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jueves, 5 de mayo de 2011

Capitulo 5

23 de Septiembre, tarde de tardes.

Lara caminaba por la calle sola, se dirigía a su café- restaurante favorito por excelencia. Se llamaba “Tupé” y era precioso, adoraba al dueño. Nico, Diana y ella siempre comían allí cuando quedaban. A ella se lo había enseñado su abuela de muy pequeña, iban todos los viernes a comer helado de manzana… no quería recordar momentos felices, ahora no. Entró por aquella puerta con forma de guitarra al pequeño café. Había pocas mesas, todas ellas con un decorado especial. Una tenía el fondo de “Grease”, otra de “fiebre del sábado noche”, otra de “Dirty Dancing”… Era muy especial y acogedor, los camareros vestían aquellas ropas, las chicas con faldas de vuelo de colores chillones, los chicos cazadoras de cuero y todos ellos, sin excepción, con tupé. Al fondo se encontraban las
puertas de los baños, una era el capó de un coche antiguo, y otra tenía forma de vespa. La barra era increíble y muy original. Tenía forma de caravana de los años setenta, los camareros servían por las ventanillas. Tito, el dueño, estaba hablando con un cliente. En cuanto la vio, salió a su encuentro y la abrazó. Era un señor mayor, sesenta años pero su felicidad y espontaneidad le hacían parecer mucho más joven. Pelo blanco, chaleco de rockero, pantalones ajustados, parecía haber bajado de un escenario después de cantar con los Rolling Stone.

-¡Preciosa! Nico y Di están sentadas. Hoy tienes plato especial, para alegrarte esa carita linda ¿ Vale? En dos minutos voy.-Tito le guió un ojo y se fue a seguir hablando con el cliente al que había abandonado minutos antes.

Adoraba a ese hombre, en serio, era como su tío, increíble. Diana y Nicola estaban en una de las mesas de fondo, un gran póster de Michael Jackson presidía la mesa ( con una cristalera llena de partes de canciones), las sillas tenían forma de guante.

-Mira la pequeña.- Diana y Nicola pusieron morritos de enfadada. ¿ Por qué había tardado tanto su amiga? Había salido antes de clase… Lo que no sabían es que Lara necesitaba acudir a un lugar especial para librarse de los pensamientos de todo y de todos ( aunque de alguien en especial no se había librado). - ¿ Te has perdido por el camino?
-Venga chicas, he tenido que hacer una cosa . ¿ Habéis pedido? Me muero de hambre. ¿Os hace una hamburguesa especial de huevo con un “megayeah” ( especialidad de la casa: patatas con forma de notas musicales rellenas de tomate)’?- morritos de nuevo.- ¿ Os invito al helado de fresas y nata triple?- sonrisas emocionadas, qué fácil era complacerlas.
-Te quiero de nuevo- por parte de Diana y un “I love you” dibujado en una servilleta por parte de Nico. Estas chicas…
Rieron, comieron, tonterías con las coca colas, fotos con Tito, canciones… desmadre. Adoraba ese bar. Los camareros cantaban cuando servían, algunos incluso se animaban a bailar, Lara se levantaba a menudo a cambiar la canción en el antiguo aparato de música, Nicola se subía en la barra a moverse como una modelo y Diana contaba sus fantásticas historias. La tarde arreglada, no tuvo ni que pagar el helado, cortesía de su amigo.
Las seis de la tarde, toques de Álvaro, no tenía ganas de contestarle. Sus amigas tenían que irse, no habían sacado nada en claro en las respuestas de Lara sobre el chico nuevo de clase, solo insultos incoherentes recados. Recibió dos invitaciones. Diana para ir compras y Nicola para ir a la peluquería. Las dos ofertas rechazadas. Necesitaba tranquilidad. Se despidió de Tito con un abrazo y se marchó.
Andaba por la calle con el helado que no se había terminado hacia su lugar preferido de la ciudad. Había llamado a su madre para decirla que tardaría un poco más. La gustaba la soledad, no en cantidades excesivas, nunca es bueno estar solo todos los minutos de tu vida pero tampoco lo es no estarlo nunca. Necesitas reflexionar, mirar tu interior sin más consejos que los que almacenas durante tu vida. Caminaba tan ensimismada en sus pensamientos que no vio venir a un joven con cascos que chocó contra ella haciéndola caer de espaldas. Lara aterrizó en el suelo limpiamente pero su mano no tuvo la misma suerte y se clavó una piedra que descansaba inoportunamente por el camino. Sangraba bastante pero tampoco había sido culpa del chico que la pedía disculpas e intentaba levantarla del suelo. Estaba un poco aturdida, de repente alguien gritaba al chico de los cascos y le agarraba del cuello. Llevaba una sudadera azul marino y unas converse del mismo color, solo alcanzaba a ver eso.
-¿ Puedes mirar por dónde caminas idiota? La próxima vez te tragas …- una voz familiar.
-¿ Samuel?
-Vete por donde has venido y que no te pille otra vez.- Será chulo, arrogante , asqueroso… Lara estaba indignada ¿ Qué se había pensado?
-¿ Pero estás tonto? Nos hemos tropezado los dos , no hacía falta que le asustaras así- Lara continuaba en el suelo, la cara encendida, el pelo revuelto y sujetándose la mano.
- Ignoraré tu falta de educación esta vez para socorrerte dama herida- ironía, sarcasmo, idiotez… pero encantador, increíblemente encantador. Se agachó a su lado, Lara mantenía su “ buen humor” y se lo demostraba con el ceño fruncido pero Samuel no prestaba atención a su cara. Le miraba la mano. Pensó durante un rato y después , como decidido, puso una mano en su espalda, la otra en las piernas y la levantó del suelo.
Lara se quedó petrificada. ¿Qué estaba sucediendo? Era solo la mano, se había tomado a pecho lo de la semana ¿ había estado leyendo Crepúsculo el imbécil?
-¿Quieres soltarme Samuel? Puedo caminar sola, ¿ sabes? No es nada, te lo agradezco, en serio, pero ya. – y se revolvía, lo que hacía que Samuel se divirtiera más y la agarrara más fuerte.
-No te voy a soltar nunca – lo dijo mirándola fijamente, otra vez, sus ojos la paralizaban, la enloquecían, la envenenaban con innombrables pensamientos… Aparta la mirada, no es tarde aún, pero no lo hacen se quedan así, mirándose fijamente. Serio pero intenso ¿o tal vez era broma?. Y de repente es Samuel el que la aparta, han llegado a su destino: la bicicleta. La sienta en la parte de atrás como si de una película se tratase y se sube delante, la coge las manos y se las mete en los bolsillos de la sudadera.
-Agárrate preciosa. – y Lara se deja llevar. No sabe por qué ni como ha llegado a este punto. Pero , si Samuel quiere jugar, ella jugará más todavía.
Llegan al puente de al lado del río. Samuel saca un botiquín de detrás de la bici y se lo lleva a Lara, que está sentada en la orilla, dibujando entretenida con piedras en la arena. –Me puedo curar yo sola Samuel, no soy una inútil- pero Samuel se aparta de ella.
-Claro, Lara. La próxima vez que te caigas me lo cuentas- y le sonríe irónico. Lara se enfurruña pero Samuel está otra vez demasiado cerca, sus manos tocan suavemente la herida.
-Ay, bruto, estate quieto con el agua oxigenada que duele
-Cobarde.
-Idiota.
Intercambio de insultos pero vuelta a empezar la conversación.
-¿Por qué me has traído aquí?
-Porque es bonito- respuesta tonta
-¿ Y porqué narices te has preocupado cuando me he caído?
-Porque soy amable- más tonta todavía.
-Samuel, responde. ¿ Porqué eres agradable cuando los dos sabemos que nos caemos fatal?
-Porque….- ¿ Le había hecho dudar?- ya te lo dije, me haces gracia.- la respuesta más tonta de todas.
-¿Te crees que soy un payaso?
-¿Tengo que responder a eso?
Resopla, una , dos, mil veces… se va a levantar enfadada pero Samuel la detiene, y la empuja de nuevo a la arena, tumbándola. Se acerca despacio, Lara no puede moverse.
-¿Tienes que enfadarte siempre?- y le sonríe – Hago todo esto porque quiero que lo reconozcas.
-¿Reconocer el qué?
-Qué estas loca por mí y que te mueres por besarme- y Samuel se acercó más deprisa.

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