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jueves, 5 de mayo de 2011

Capitulo 4

23 de Septiembre, final de mañana.

Lara estaba… indescriptiblemente sorprendida. Ella, Al, el idiota de la bici... El idiota de la bici y Al amigos, no solo eso, mejores amigos. Bueno, no importaba, Álvaro se relacionaba con gente indiferente a ella, pero eso no les separaba, incluso les unía más.. Que se conocieran entre ellos era una casualidad, solo eso.

-¿Lara? ¿ Me has oído? Es Samuel…- ¿ Qué esperaba Al? ¿ Qué le diera dos besos? Como si no tuviera otra cosa que hacer.. Se limitó a mirarle de arriba abajo e ignorándole, le dijo a Al:
-¿Qué tal el día bobo? Vengo a verte y ni caso. ¿Sabes que profesora me ha tocado? Ni te imaginas…- Lara se dio cuenta de como, lentamente, el tal Samuel se retiraba haciéndole un gesto a su mejor amigo, ya era hora. Siguió su incansable conversación. Estaba muy a gusto con Álvaro, la entendía, la hacía bromas estúpidas de vez en cuando que ella adoraba. La mejor media hora gastada. Porque era él, el mejor amigo que tenía. Sus ojos, su risa, sus palabras… era increíble, tímido y extrovertido, alegre y desenfadado. ¿Le gustaba? No se lo podía plantear, existía una “ ley de amigos” entre ellos. Cada uno por su lado, cuando se juntaban, todo era emocionante, un aquí te pillo aquí te mato, sin importarles nada, bromas que se dedicaban, el típico ligoteo que no hace daño a nadie. O tal vez sí.
Álvaro la miraba con esos bonitos ojos azules, verdes, claros… Era guapa, muy guapa. Tenía unos ojos marrones pequeños y rasgados, una encantadora nariz chata. Ese pelo, castaño, que lo movía con esa gracia… Su cuello, su cuerpo, sus manos suaves… Sus labios, mataría por besarlos. Pero eran amigos, solo eso. Un mechón jugaba revoltoso, escapándose de la diadema, molestándola de vez en cuando… Le encantaba ese gesto que hacía con la cabeza y la forma en la que se reía, junto a ella un minuto se convertía en una hora. Movido por un impulso, intentó recogerle el pelo. Ella, sin darse cuenta, se apartó divertida.
-¿Ya me vas a callar? ¡Cierto!- miró su reloj. ¡Ay madre Al, que llego tarde y tú! Todo el mundo se ha ido,¡Qué cabeza! ¿Hablamos por chat vale? - Con un ligero saltó le besó cariñosamente en la mejilla y le revolvió el pelo. Lanzándole un gracioso guiño de ojos, se marchó. Dejándole ahí, como siempre, sin darse cuenta de nada.

Las dos horas siguientes pasaron rápidas, notitas entre las “ mellis”, gritos por parte del profesor, libros al suelo para disimular risitas… Una mañana normal, excepto la última hora. Historia. Una de las profesoras más ariscas que Lara había tenido, no valían las sonrisitas ni los asentimientos en clase. Las mellis procuraban estar calladas y serias, como si de verdad las importase la segunda guerra mundial o el estúpido zar.
Lara había estado las dos horas siguientes siendo indiferente a Samuel, que se había integrado muy bien en la clase, sobretodo con Nicola y Diana. “Imbécil lameculos” . Pero, como no podía ser menos, otra casualidad del destino llegó.

-Señorito Arranz, ya que no tiene usted libro colóquese con… veamos…- Era una de esas profesoras que adoraba la lista de clase, parecía una tercera mano. Incidencias, amonestaciones, deberes, negativos… el orden del desgraciado lo dictaba aquel listado- con la señorita Vega.- ¿ Qué? No, no, no… Inútil A, ¿Porqué tenía que ser el primero y ella la última?

Samuel desplazó con lentitud su silla, moviendo aquel increíble cuerpo y haciendo suspirar a las chicas de clase. Se sentó a su lado, con esa irónica ( hermosa) sonrisa en la cara. Lara no podía evitar mirarle, cada movimiento, se colocó muy cerca de ella, le oía respirar, olía su colonia, incluso podía ver de qué color tenía los ojos de verdad…dorados, como el oro. Increíbles.

-¿Tercera vez, linda?- Indiferencia. Indiferencia…. In… Bah, chorradas.
-¿Tú buscas pelea?
- ¿Contigo?- se acercó un poco más- Eres tan graciosa..
- Y tu tan capullo.- Lara no se contuvo y tal vez lo dijo en un tono demasiado alto para una clase en la que se oía solo la historia del tal Nicolas II y la voz ronca de la profesora.
-¿Señores? ¿Querrían continuar su discusión fuera?
-No, perdone, ya hemos acabado.- dijo Lara, parecía mentira, normalmente la llamaban la atención , pero no tanto. Era una de las mejores alumnas, se le permitía un respiro, pero con ésta profesora, mejor agachar la cabeza y volverse mudo.

Quince minutos, no aguantó más con la boca cerrada. Jugaban al perro y al gato, Lara se apartaba y él se acercaba, Lara colocaba su codo en la mesa, Samuel se lo empujaba para dejar paso al suyo. La mitad del libro luchaba sobre la mesa puesto que ambos lo colocaban en su frente.

-No seas maleducada , anda. Soy el nuevo, tienes que intentar caerme bien. Aunque no lo consigas… - Pero, ¿ Era así de tonto o había nacido así? Prepotente, asqueroso…pero interesante, muy interesante.
-Claro, mi señor, ordéneme, ¿qué desea?
-Quiero que seas así de educada siempre, ¿ lo ves? Y si no abrieras la boca, mejorarías un poco..
-Pero serás Gili….- Harta, no quería estar ni cerca de él. Arriesgarlo todo.
-Señorita Vega y Señor Arranz, vayan a tomar el aire que parecen ustedes alterados y vuelvan despejados mañana.- menos mal, al menos no tenía amonestación. Se levantó con la cabeza bien alta, echando una mirada a sus amigas que le hacían gestos de interrogación. ¿Cómo podía su amiga portarse así con el nuevo? ¿ Qué había pasado entre ellos?¿ Sería una excusa para estar a solas con él? No, tenía la cara colorada. La conocían, Lara era la persona más agradable , cariñosa, y fiel pero tenía un fuerte carácter y era sincera, mucho.
-¿Se puede saber de qué vas? –le gritó
-Sh, muñeca.. no te enfades que era broma.
- Idiota…
-Parece mentira, no paras de insultarme... Me haces tanta gracia cuando te enfadas, pareces interesante y no una estúpida niña caprichosa y pija que es lo que eres.- Lo decía con esa voz…Torta.- ¡Qué genio! Aunque te muestres así, te doy una semana.
-¿Una semana para qué cerdo majadero?- Samuel la acercó a él, una mano en la espalda, fuerte, la otra amarrándola el mentón para que no lo rechazara.
-Para enamorarte de mí, si es que no lo estás ya…- otra vez demasiado cerca, sus labios, su cuello, su corazón… -Lara le empujó y se fue, colorada, histérica ¿Quién era él para reírse de ella?

Samuel la miró y suspiró. Esa niña…le volvía loco. Pero no podía distraerse, Vega. Ese era el apellido que buscaba, coincidencia del destino. Se fue al encuentro de Álvaro.

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