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lunes, 23 de mayo de 2011

Te necesito tanto :( !

¿Has tenido alguna vez la sensación de mirar a alguien a quien creías conocer y darte cuenta de que no lo reconoces? ¿Qué esa persona que era importante en tu vida ha cambiado tanto que ya no es la misma? Pero lo peor de todo es cuando te das cuenta de que no sabes en realidad si la persona a la que tú querías era la de verdad o, por el contrario, y lo que es más doloroso, es como le ves ahora. Alguien que ya no sólo te falló a ti, sino que también está fallando a su gente, que hace cosas inexplicables, que actúa de una manera totalmente desconocida para ti.
Pero como dicen que de todo hay que sacar algo positivo piensa que aunque en su día hubieras dadoo todo por él ahora mismo no se merece nada tuyo y, mucho menos, tu dolor. Así que asume que aquella persona a la que tú querías y a la que creías conocer, ya no existe, no es la misma, y de una vez por todas o intenta comprenderla o pasa página.





Te necesitoo tantoo :( !

miércoles, 18 de mayo de 2011

Me pasa#

¿Has tenido alguna vez la sensación de mirar a alguien a quien creías conocer y darte cuenta de que no lo reconoces? ¿Qué esa persona que era importante en tu vida ha cambiado tanto que ya no es la misma? Pero lo peor de todo es cuando te das cuenta de que no sabes en realidad si la persona a la que tú querías era la de verdad o, por el contrario, y lo que es más doloroso, es como le ves ahora. Alguien que ya no sólo te falló a ti, sino que también está fallando a su gente, que hace cosas inexplicables, que actúa de una manera totalmente desconocida para ti.
Pero como dicen que de todo hay que sacar algo positivo piensa que aunque en su día hubieras dadoo todo por él ahora mismo no se merece nada tuyo y, mucho menos, tu dolor. Así que asume que aquella persona a la que tú querías y a la que creías conocer, ya no existe, no es la misma, y de una vez por todas o intenta comprenderla o pasa página.

lunes, 16 de mayo de 2011

..

No. No quiero. No quiero que vuelvas, ni que me saludes, ni que me mires, y tampoco quiero que me sonrías. No quiero verte. No quiero que me toques. No quiero cruzarme contigo ni quiero más casualidades. No quiero que me hables. No quiero discutir, ni enfadarme. No quiero que te acerques a mí con un cacharro de JB con la intención de darme un trago, ni quiero que me heches el humo de tu cigarro. No quiero ni que te rías con mis tonterías, ni que me hagas reír con las tuyas. No quiero un segundo contigo, no necesito nada de tí. Formas parte de mi pasado y yo no quiero volver al pasado. No quiero tenerte cerca. No quiero volver a caer. Me niego a volver a equivocarme. No quiero más mentiras, ni más promesas, ni más llamadas de teléfono a las tantas de la noche. Sólo quiero hacerte rabiar, quiero que sufras. Quiero que te arrepientas. Quiero pasar a tu lado y no mirarte, porque no me importas. El pasado se queda en pasado.

#

Pum. Otra vez esa sensación. Otra vez esa sonrisilla que se dibuja en mi cara sin ninguna explicación. Otra vez esas ganas de abrazarle en cualquier momento. Pum. Millones de pulsaciones a la vez. Ganas de reírte y de llorar al mismo tiempo, ganas de comerte la vida tú solita y no dejar nada para los demás. De ser feliz, a su lado. De dejar de pensar en lo que va a pasar, y empezar a pensar en lo que está pasando.
Ganas de descubrir cosas nuevas de él.
Ganas de bailar y de reír, de beberme el miedo.
¿Yo? Tengo ganas de ti.

sábado, 7 de mayo de 2011

Estoy Harta

- Estoy harta...
+ ¿Harta de qué?
- Harta de todo... ¿No se supone que a la gente buena le pasan cosas buenas?
+ Eso es tan solo una teoría... yo creo que es al contrario, totalmente al contrario, cuanto más bueno eres, más te jode la vida.
- Es injusto, te pasas la vida viendo películas en las que las personas encuentran a su "media naranja", se enamoran y son felices. ¿Pero qué pasa con las otras? ¿Con las personas que no tenemos tanta suerte?
+ Entonces te das cuenta de que no hay ninguna historia perfecta, ni ningún principe azul, la vida perfecta solo pasa en las películas, en la vida real nos engañamos pensando que alguna de estas cosas son posibles, pero son tan solo una fantasía, una inútil ilusión...

jueves, 5 de mayo de 2011

Capitulo 16

-Hoy ha sido uno de los mejores días de mi vida- susurró Lara, pensando en voz alta, tal vez, apoyada en el pecho de Samuel, con su mano acariciando su cuello, escuchando los latidos del su corazón. Samuel paró de mover la mano sobre la espalda de Lara.
-¿No ha sido el mejor?- Samuel hizo como que se enfadada, dándose la vuelta, dándole la espalda. Lara se quedó boca arriba sonriendo.
-Dame tiempo pero Samuel, no se como lo haces ni como lo has hecho hasta ahora pero cada día es inolvidable, increíble. Me cuesta dormirme pensando en el próximo día y me levanto recordando lo que ha sucedido, las palabras que hemos intercambiado y las que no…- Samuel se levantó de pronto, se había quedado sin palabras, no quería que Lara reconociese aquella mirada. Había estado pensando todo aquel tiempo en contarle lo que había pasado, todo lo que había hecho pero no lo hizo. Se sentó a su lado de nuevo, sonriéndole, ella le miraba preocupada, estaba guapa sobre aquella especie de manta improvisada, rodeada de un paisaje espectacular. La cogió por debajo de las rodillas para colocarla sobre las suyas. Con una mano en la cintura y la otra debajo del cuello, acariciándola suavemente.
-Sabes que tu eres mi día, Lara. Y siempre que estés a mi lado, intentaré que nadie te haga daño…
Era muy fácil decir aquellas palabras pero Samuel no se daba cuenta de que, en realidad, el único que podía hacerle daño era él.

¿ En el amor todo vale? ¿ Te enamorarías de alguien que te hace daño? ¿ Perdonarías las mentiras?

Capitulo 15

-Un, dos, tres…
Parecía mentira, corriendo como una niña, escapando de él aunque irremediablemente la encontraría. Aunque intentara esconderse en el mejor lugar, aunque corriera muy deprisa él la hallaría. Pero eso la hacía pensar, ¿se dejaba encontrar? Tal vez, no se arrepentía de reconocerlo. Quería que la encontrara para que la susurrara una y otra vez lo guapa que estaba a pesar de llevar el pelo enmarañado y unas grandes ojeras. Quería que la acariciara con aquellas manos grandes el cuello y que la pusiera la piel de detrás de las orejas de gallina. Quería que la cogiera, que no la soltara, quería ser única y dueña del momento, no sentirse inferior porque, por primera vez, había encontrado alguien con el que poder ser ella misma.

Hace dos horas:

Samuel la seguía de cerca, pisando sus talones, bromeando con ella y tocándola el pelo de vez en cuando. Lara dirigía aquella vez, decidida, con paso firme, ahora conocería a la Lara seria, madura, fuerte. Le encantaban todas sus vertientes. Atravesaron un parque que parecía no tener más salidas, Lara tomó un camino de arena que le condujo a un corredor que muy poca gente conocería, solo aquellos niños curiosos que jugaban al escondite o los enamorados que buscaban un sitio privado. Llegaron a una calle antigua de la que Samuel jamás había oído hablar, parecía ser una calle fantasma , en las que se puede respirar el olor a despedidas, besos en el portal, desilusiones y llantos, alegrías y momentos felices. Todo estaba en silencio, muy poca gente conocería aquella calle puesto que para fijarse en ella se debe contemplar con otros ojos el mundo. Saber ver la belleza en unas casas medio derruidas por los años, prescindir de los materiales y fijarse en cada detalle, en cada balcón. Bajos edificios con las puertas cerradas, el recuerdo de las personas que vivían allí les saludaban desde los viejos balcones. Solo estaban ellos dos pero Lara no tenía miedo de volver, ya no. Pasaron delante de varios escaparates vacíos… Lara, contenta, contaba una historia, tal vez inventada, tal vez real… Saltando en la calle, convirtiéndose por un momento en la guía improvisada de aquella fantasmal calle escondida:

-Mira Samuel, sígueme- Samuel lo hizo, haría todo lo que le pidiera, agarraba su mano fuertemente para que no se marchara muy lejos- En esta tienda se vendían elegantes vestidos, las damas paseaban ataviadas con sus paraguas y sus bolsitos de mano, cogiendo del brazo a sus elegantes caballeros que no muchos días atrás compraban en esta tienda de al lado un diamante de más de diez mil quilates para pedirles a sus amadas en este restaurante de aquí que se casaran con ellos. En medio de la calle, arrastrando los pies y esquivando los carros de caballo, las pobres criadas observaban con envidia los pálidos rostros de cabellos rubios y sonrisas sonrojadas de la mano del hombre del que llevaban años enamoradas en silencio. Un pobre joven compraba en esta pequeña tienda una máquina de escribir para poder mantener a la criada que antes suspiraba por el caballero y librarla de su miseria. Seguro que era un hombre romántico y mucho más hermoso que los otros caballeros, por eso la dama del principio, mientras cogía del brazo a su prometido, giraba la cara en este punto de la calle y le sonreía con los diamantes que tenía por dientes. Después todos se perdían, marchándose con sus tristes historias y con la esperanza de encontrarse en una vida mejor… Mi abuela siempre me contaba esta historia y decía que los fantasmas de aquellos que esperaban algo más en vida que no les llegó, deambulaban por esta calle, impidiendo que la destruyeran e intentando lograr lo que siendo humanos no pudieron llevar a cabo. También decía que solo los privilegiados podían conocer esta historia de nombres y rostros desconocidos…

-Tu abuela parece ser una mujer increíble…
Lara le sonrió con tristeza pero con gran amor, y evitando responder tal vez para que las lágrimas no se desbordasen de sus ojos, se dio la vuelta y le preguntó:
-¿Tú te quedarías en este mundo si no puedes cumplir algo a lo que has dedicado tu vida?
- En ese hipotético caso yo… no lo sé, la verdad. ¿Podría haber algo tan importante como para dar la vida?
-Esa no es la pregunta… la pregunta es: ¿Hay algo que creas que no puedes cumplir?
- ¿Siempre tienes que jugar con esas preguntas?
Lara se ríe y le besa en los labios, cuando se aparta Samuel la retiene, jugando al ladrón y al prisionero la devuelve el beso, esta vez es él el que no tiene miedo. Sabe las respuestas a todas las preguntas, ella es su vida, punto. Si ella desaparece, desaparece con ella. Si ella se queda, el va detrás. Os parecerá increíble, empalagoso, que en tan solo una semana escasa dos personas puedan llegar a quererse, podéis no creerlo, podéis pensar que la historia es una ficción pero cuando algo nace, es muy difícil que se extinga y si nace con tal intensidad, no se apagará nunca… Cuando llega el momento da igual que pasen dos años que dos meses que dos horas, porque amigo, cuando te enamoras, el tiempo pasa demasiado deprisa y si lo aprovechas desde el primer momento, no sentirás nunca que lo has desaprovechado. No preguntéis como, cuando se quisieron dar cuenta, jugaban como locos al escondite, escondiéndose en las tiendas y en los portales de las casas, detrás de los escasos muros…. Varios pensamientos “Corre pero no te escapes, anda tan deprisa como el viento, te encontraré ahí, ahí también, no me lo pongas fácil pero tan poco tan difícil…” Se olvidaron por un momento de las terceras personas, de los problemas, de los encontronazos con el destino, se olvidaron por un momento de la ciudad y sus prisas, solo quedaban ellos. ¿Había algo más importante?

Después de varias horas, cuando los rayos del sol comenzaban a volverse naranjas y la luna anunciaba su presencia, se dejaron caer exhaustos, ella en los brazos de él, estaban en una tienda abandonada sobre un raído mantel que debió haber sido maravilloso en sus tiempos.

-Hoy ha sido uno de los mejores días de mi vida- susurró Lara, pensando en voz alta, tal vez, apoyada en el pecho de Samuel, con su mano acariciando su cuello, escuchando los latidos del su corazón. Samuel paró de mover la mano sobre la espalda de Lara.
-¿No ha sido el mejor?- Samuel hizo como que se enfadada, dándose la vuelta, dándole la espalda. Lara se quedó boca arriba sonriendo.
-Dame tiempo pero Samuel, no se como lo haces ni como lo has hecho hasta ahora pero cada día es inolvidable, increíble. Me cuesta dormirme pensando en el próximo día y me levanto recordando lo que ha sucedido, las palabras que hemos intercambiado y las que no…- Samuel se levantó de pronto, se había quedado sin palabras, no quería que Lara reconociese aquella mirada. Había estado pensando todo aquel tiempo en contarle lo que había pasado, todo lo que había hecho pero no lo hizo. Se sentó a su lado de nuevo, sonriéndole, ella le miraba preocupada, estaba guapa sobre aquella especie de manta improvisada, rodeada de un paisaje espectacular. La cogió por debajo de las rodillas para colocarla sobre las suyas. Con una mano en la cintura y la otra debajo del cuello, acariciándola suavemente.
-Sabes que tu eres mi día, Lara. Y siempre que estés a mi lado, intentaré que nadie te haga daño…
Era muy fácil decir aquellas palabras pero Samuel no se daba cuenta de que, en realidad, el único que podía hacerle daño era él. Llegaron a casa de Lara más tarde de lo habitual, tras un dulce beso cerraron aquel espectacular día sin poder esperar el día siguiente. Lara dejó su mochila y se miró en el espejo, era increíble lo que hacía el amor, se veía guapa, no increíblemente guapa pero más de lo habitual. Las mejillas sonrosadas, los ojos brillantes, el pelo suelto en bucles alrededor de una cara un poco más estilizada, feliz. Después de pasar un rato con su familia se conectó al MSN para hablar con las personas que más la entenderían. Nico y Diana la esperaban ya y se lo contó todo, sus palabras y sus miedos, la tranquilizaron y animaron, la quisieron pero sobretodo, la apoyaron, la dijeron lo que quería y lo que no quería oír. Después de un rato, Álvaro abrió una conversación:
-Lara, tengo que hablar contigo, es muy importante. Mañana a las siete, es sobre Samuel.
Y se desconectó dejando una traición a sus espaldas y dudas en una confundida Lara. En el amor todo vale.

Capitulo 14

Ipod a todo volumen, aquella canción de Three day Grace para días malos.. “ I hate everything about you…” Pero no, no lo odiaba, lo amaba con todo su alma. Cada parte de su cuerpo , su pelo largo y claro, sus ojos rasgados del mismo color, las sonrisas que tenía cuando estaba con él, las sonrisas que le regalaba cada día, desde hace cinco años. Había intentado olvidarla, había estado con otras chicas pero ninguna de ellas era capaz de revolucionarle el corazón de la misma forma, de alegrarle el día con un toque, de llenar sus apuntes con su inicial…. De amarla como si fuera algo común, como comer , beber o respirar, respiraría mejor si fuera ella el aire. Álvaro recorría despacio la calle , para él no importaba el tiempo ya si significaba ver a Lara en los brazos de Samu. ¿Quién lo iba a decir? Samu, su mejor amigo de la infancia, se habían distanciado hace unos cuatro o cinco años cuando se fue del colegio y ahora estaba destrozando su mundo poco a poco. Le dejó solo una vez, se marchó y no volvió a aparecer, Samu y él eran uña y carne, los líderes del estúpido grupito de gallitos. Oliver y Benji, Cabano y Gorka. Álvaro no conocía muchos datos de la vida de Samuel , solo sabía que eran amigos hasta la muerte, que si se caía alguno, los dos se hacían daño, que si había que meter gol, preferías que lo metiese él, que si algo le salía mal, le apoyabas....Pero un día todo cambió, Samuel llegó a clase con una mirada perdida, álvaro sabía que algo no iba bien pero no le preguntó, tal vez fue error suyo. Después se enteró de lo que le había pasado y se odió durante un tiempo pero apareció Lara y todo su mundo se volvió patas arriba.
No habían hablado mucho desde que Álvaro le vio agarrando la manoa la chica de la que estaba enamorado, le desgarró el alma, estaba en el lugar en el que tenía que encontrarse él. Jugando con sus labios, dejándole la sudadera, acompañándola a casa, deshaciendo su trenza, susurrándola al oído. Pensarlo le dolía más de lo que nada le había dolido en el mundo. Pero así eran las cosas, él era el mejor de Lara, ya llegaría su momento.
De repente oyó un ruido en una fábrica abandonada que había un poco delante. La curiosidad pudo con Álvaro y se asomó a una de sus ventanas. Cinco o seis hombres rodeaban a un chico, que parecía ser… Álvaro se asomó un poco más , no alcanzaba a verle del todo Escuchó lo que gritaban:
-¡No puedes hacer eso! Todos estos años hemos estado haciendo todo lo posible para que tu…
- ¡Pues hacemos otra cosa!
- ¡No podemos, chaval, lo hemos intentado todo! Tienes que hacerlo para eso volviste aquí, para eso has estado aguantando estos cinco años…
- No puedo… - al chico le temblaba la voz pero estaba decidido, parecía hablar un poco en susurros por eso no reconoció su voz hasta que no levantó la cabeza. Samuel. A Álvaro le escocían los ojos, le pitaban los oídos…
- ¡Claro que puedes! Unos días más, solo unos días más….
-No
- ¡ No puedes echarte atrás, te he estado educando durante este tiempo para que llegues a hacer lo que te propusiste cuando llegaste aquí llorando y temblando….!
- Lo siento… pero..
- Piensa en tu padre, Samuel, piensa en lo que pasó, se lo merece, esa familia se lo merece.
- No.
-Tienes que recuperar lo que es tuyo, ahora es fácil, mañana o pasado te daré los papeles para que…..
- No voy a usarla, no pienso enfrentarla de ese modo a…
-¿ Es por eso? ¿ Por una chica?
- No. Es porque no quiero ser como él, no quiero utilizar a la gente, no quiero.¿ Me entiendes?- Samuel estaba alterado, nunca le había visto así. ¿ De qué estarían habando? No paraba de tocarse el pelo, se lo echaba para atrás temblando.
- Era una semana, ese era el trato, no era difícil y lo has hecho genial, nunca pensé que funcionaría pero ahora lo veo muy claro, te falta muy poco para conseguir lo que te pertenece, para hacer lo que tus padres querrían que hicieses..
- No sabemos lo que querrían…- ¿Sus padres habían muerto o dónde estaban? No recordaba conocer a nadie de la familia de Samuel, siempre se iba solo a casa, no le iban a buscar…
- Esto, ver a su hijo luchando por lo que le pertenece- El más mayor de todos los señores, el pelo que fue negro maltratado por la edad, la barba de tres o cuatro días, los hombros cansados, la mirada perdida…. Le colocó la mano en el hombro, como un padre, Álvaro se imaginó que debía ser la única figura paterna que tenía- Te lo he dado todo, Samuel, todo lo que has querido hasta que pudieras conseguir tu solo lo que por derecho te pertenece… y ahora lo tienes muy cerca. Piénsalo.
- No hay nada que pensar. No voy a hacer daño a nadie.- Samuel se levantó, apartándose del señor, como si supiera que si se quedaba más tiempo le convencería.
-Samuel- y Samuel se giró, cansado- Piensa en las consecuencias. Si no lo intentas tú, lo haré yo a mi manera. Tienes una semana.
Samuel salió corriendo de la fábrica como si su presencia le quemase. Álvaro se apartó de la ventana, Samuel ya se había ido en su moto.¿ Que debía hacer? ¿ Se lo contaba a Lara? Samuel era su amigo, primero lo hablaría con él pero no es de amigos quitarle a uno la chica de la que está enamorado… Los cascos descansaban en su pecho, Álvaro se los puso y siguió caminando por la calle.

Lara estaba histérica, loca, ansiosa… Habían pasado cuatro horas de interminables toques a Samuel y notitas a sus amigas. ¿ Qué le habría pasado?
Pasó la mañana deprisa, ya no quedaba nada para que terminara y él no había aparecido. El timbre sonó y el corazón de Lara dio un vuelco. ¿ Dónde estaría Samuel, esperándola? Corrió por las escaleras, chocándose con todo el mundo, tirando libros, regalando “lo sientos” y llegó a la puerta principal pero él no estaba.

Desilusionada se dio la vuelta y se sentó de nuevo en las escaleras, como aquella mañana, cerrando los ojos e intentando escuchar sus propios pensamientos. “Tranquilízate Lara, tranquilízate…” No se dio cuenta de que alguien se sentaba a su lado, solo le vio cuando sus labios estaban muy próximos a su cuello y susurraban:
-¿Esperas a alguien?
Se sobresaltó al principio, pero ahí estaba, guapo, guapísimo, una cazadora ajustada y le pelo largo enmarcando sus bonitos ojos, todo en él era perfecto y le estaba sonriendo como si el resto de estudiantes no estuviera a su alrededor, como si solo existiera ella.
-¿ Dónde has estado?- Fue la pregunta que dijo, maldito subconsciente- Digo, bueno no quiero decir que haya estado preocupada ni nada, se me ha hecho raro…
Y ahí la besó, después de toda la mañana, ahí estaba por lo que había suspirado y había temido no volver a sentir. La abrazó como si llevaran años sin verse, con pasión, tirando de ella, no importaba que estuvieran a las puertas de un instituto abarrotado de estudiantes. Le acarició la cintura, la espalda, hasta llegar al cuello para descender hacia sus mejillas.
- No he podido venir antes, lo siento. Pero ahora que estoy aquí, ¿ donde desea ir la princesa? ¿Tienes otros juegos extraños?
- Qué bobo… no, había pensado enseñarte un lugar muy importante para mí.
- Me parece perfecto, tú me dices donde conduzco…
- Hay que ir andando, no está muy lejos…- Lara se puso seria de repente y Samuel la cogió la mano.
- Voy donde tu me digas como si hay que ir arrastrándose.


Capitulo 13

26 de Septiembre: No me mientas por amor, miénteme porque me quieres.

Cuarto día. Cuarto día. Cuarto día. Lara no paraba de repetírselo, tal vez para creérselo , tal vez para recordar su suerte. ¿ Quién sabe? Su vida se había puesto patas arriba literalmente, lo que era blanco , negro, lo que era negro, blanco. Increíble, ver como cambian las cosas, empezar de cero, cambiar todo lo que pensabas, sustituírlo por un único pensamiento : él. Dejar de ser madura para convertirte en una niña en sus brazos, dejar el cerebro a un lado y prestarle el privilegio de pensar al corazón durante interminables besos y abrazos. Lara estaba en una nube, peor, estaba volando ella, suena cursi pero cuando estás enamorada o aproximadamente cerca, todo es posible.
Una música la sacó de sus ensoñaciones: “ Estrella se pinta de blanco el pelo y dice…”
No recordaba día en el que no hubiera cambiado el politono de su móvil, canciones viejas, tristes, nuevas… Aquella que encontrase primero, aquella que le recordara algo, pequeños detalles del día.

-¿Nico?
- La bella durmiente, al habla la pesada y la guapa, te puedes imaginar quien es la guapa...- sonó un golpe y unas risas detrás del teléfono- ¿ Se puede saber donde te metes cuando tengo una crisis? Sal antes de casa, ¿diez minutos?, desde que te rapta el Samuelillo no te nos acercas. No me repliques, peina esa piña que tienes por pelo y ven. Ya.

Diana y Nico colgaron a la vez que sonaba un largo beso y el inicio de una frase de Lara. Se miraron a la vez, amigas, unidas ante todo y por todo. Se conocían mejor que nadie en el mundo, sufrían si la otra lloraba y sabían cuando se encontraban mal o simplemente necesitaban una llamada.

-¿ En qué piensas?
-Está enamorada- Diana asintió con la cabeza- Espero que Samuel esté igual- Nico se había puesto de repente seria, Diana la cogió de la mano y se echaron a andar, pensando en su amiga, alegrándose pero, ante todo, temiendo por ella.

Lara había llamado a Samuel tres o cuatro veces, se moría de ganas por hablar con él pero no quería parecer pesada. Crisis de adolescentes, llamar o no llamar, parecer una neurótica o una pasota empedernida. Lara siguió caminando, un último intento:

“ Samuel ¿ qué tal? Bueno, ¿nos vemos en el colegio no? Cuarto día. Un beso.”

Releyó el mensaje, lo borró, volvió a escribir lo mismo añadiendo una letra. No la gustaba, no la terminaba de convencer pero lo envió para empezar a esperar ansiosamente la respuesta. ¿Cuándo se había convertido en una persona ansiosa? Estaba pasando por todas las fases… respiró profundamente, se envolvió en su chaqueta, esa mañana hacía frío. ¿ Un mal presagio? Necesitaba hablar con sus chicas. Llegó a la entrada del instituto, estaban sentadas en las grandes escaleras. El Instituto San Germán sobresalía por detrás de sus cabezas, sus altas columnas dóricas que terminaban en un techo circular la daban la bienvenida a aquella pequeña reunión improvisada.
-¡ Lara, aquí!- como si no las hubiera visto, brillaban más que el resto. Besos, abrazos, bromas sobre el aspecto y una palabra
-¿ Crisis?
- Vale chicas, os cuento, este fin de semana hay una fiesta en el “ Descampado”
-¿ Descampado? ¿ Se puede saber que es eso? Suena asqueroso…- Diana optimista
-Suena a alcohol por el suelo y otras cosas peores…
- ¡Niñas, dejadme acabar, sois unas agonías! Se llama así pero es una urbanización o no se qué líos. José me ha invitado y…
- ¿José, Nico? ¿Otra vez? ¿ No te acuerdas como terminó la última vez?- Nico miró hacia el suelo, pocas veces dudaba pero estaba nerviosa. A Diana le tocaba el papel de mala, Lara suavizó.
-¿Quieres que te acompañemos? Puedes contar con nosotras, yo no tengo nada mejor que hacer, en serio, se lo digo a Samuel y que venga…
-¿En serio?¡ Sois las mejores! – las abrazó. -Pero una cosa… os tengo que advertir que la gente que va a ir es de lo peor… motos, alcohol, cuero a montones, tabaco…
- Bueno… ¿fiestas mugrientas también se incluyen en la lista de “ cosas por la amigas”?
-¿Lara, en esa lista también viene que me tienes que dejar el vestido azul ceñido? –Nico sonrió, Lara no tanto pero después de un rato le devolvió la sonrisa. Diana no tardó en seguirlas. Sentadas en unas sencillas escaleras, comentando los problemas de su vida como si fuera lo peor que pudiera pasar, sin percatarse, tan solo un segundo, de lo que sucedería el día de mañana.

Capitulo 12

Lara estaba histérica, loca, ansiosa… Habían pasado cuatro horas de interminables toques a Samuel y notitas a sus amigas. ¿ Qué le habría pasado?
Pasó la mañana deprisa, ya no quedaba nada para que terminara y él no había aparecido. El timbre sonó y el corazón de Lara dio un vuelco. ¿ Dónde estaría Samuel, esperándola? Corrió por las escaleras, chocándose con todo el mundo, tirando libros, regalando “lo sientos” y llegó a la puerta principal pero él no estaba.

Desilusionada se dio la vuelta y se sentó de nuevo en las escaleras, como aquella mañana, cerrando los ojos e intentando escuchar sus propios pensamientos. “Tranquilízate Lara, tranquilízate…” No se dio cuenta de que alguien se sentaba a su lado, solo le vio cuando sus labios estaban muy próximos a su cuello y susurraban:
-¿Esperas a alguien?
Se sobresaltó al principio, pero ahí estaba, guapo, guapísimo, una cazadora ajustada y le pelo largo enmarcando sus bonitos ojos, todo en él era perfecto y le estaba sonriendo como si el resto de estudiantes no estuviera a su alrededor, como si solo existiera ella.
-¿ Dónde has estado?- Fue la pregunta que dijo, maldito subconsciente- Digo, bueno no quiero decir que haya estado preocupada ni nada, se me ha hecho raro…
Y ahí la besó, después de toda la mañana, ahí estaba por lo que había suspirado y había temido no volver a sentir. La abrazó como si llevaran años sin verse, con pasión, tirando de ella, no importaba que estuvieran a las puertas de un instituto abarrotado de estudiantes. Le acarició la cintura, la espalda, hasta llegar al cuello para descender hacia sus mejillas.
- No he podido venir antes, lo siento. Pero ahora que estoy aquí, ¿ donde desea ir la princesa? ¿Tienes otros juegos extraños?
- Qué bobo… no, había pensado enseñarte un lugar muy importante para mí.
- Me parece perfecto, tú me dices donde conduzco…
- Hay que ir andando, no está muy lejos…- Lara se puso seria de repente y Samuel la cogió la mano.
- Voy donde tu me digas como si hay que ir arrastrándose.

¿ Qué harías cuando aquel amigo aparece de la mano de la chica de la que estás enamorado¿Perdonarías un engaño?
El amor esmejor que la droga, que el éxtasis, que el alcohol, el amor es mejor que el tabaco, mejor que el chocolate, mejor que las fresas con nata, mejor que el dinero..... pero tambien es más peligroso

Capitulo 11

Samuel aparcó en un campo abandonado cerca del estadio de fútbol. Ayudó a bajar a Lara, dándole un fugaz beso en el cuello y cogiéndola de la mano, la arrastró hasta el centro. Amapolas y margaritas cubrían el campo, hacia calor, mucho calor. Eran las tres de la tarde, ojala se pudiera parar el tiempo y volver una y otra vez a aquel segundo… pero, no nos engañemos, el tiempo pasa y tú con él, intentar negarlo te hace infeliz. Lara estaba entusiasmada, alegre, loca, estúpida… y otros tantos apelativos para hacer referencia al sentimiento que la invadía desde los pies hasta la cabeza. Samuel llevaba una bolsa, empezó a sacar cosas de ella. Primero, una amplia toalla que extendió en el suelo, después una cajita donde supuestamente estaba la comida, dos vasos y una botella de lo que parecía ser champagne, después arrancó una amapola y acercándose lentamente a una Lara sorprendida ( si cabe) se la colocó en el cabello detrás de la oreja.
-Feliz tercer día, princesa.- fue lo único que dijo y la besó, pero fue distinto. Parece mentira, cuando estás enamorado, todos los besos te parecen diferentes, totalmente opuestos: largos, cortos, con las manos en el cuello o en la cintura, con pequeños descansos, ardientes o dulces, con sabor a éxtasis o a chocolate… con sabor a un amor que empieza y que no quieres que acabe nunca, son sabor de eternidad, “ para siempre”, dos locos en un tren que no quieren que pare, aunque inevitablemente, sabes que dará traspiés. Se separaron dejando pensamientos opuestos, Lara pensando en la suerte que tenía, Samuel odiando al destino.
- Eres…
- ¿Guapo, listo, encantador, perfecto?- Samuel se echaba hacia atrás sacando la lengua. Cómico, guapísimo.
- ¿Idiota?
-También, venga siéntate que tenemos el banquete preparado.
Comieron riendo, y si, es posible. Dos horas enteras, cada segundo de ellas, riéndose. Hablaron del pasado, de los amigos, de libros , de cine, de fútbol, de tonterías… Se iban conociendo, bueno, Lara se daba a conocer, cuando acabó la descripción de su vida se dio cuenta que en realidad conocía pocos detalles de la vida de Samuel.
-¿ Samuel, jugamos a una cosa?- Estaban tumbados, ella en la derecha, él en la izquierda, formando un extraño puzzle , con las manos cogidas.
- ¿Se llama así ahora?
- Tonto...
- Hago lo que quieras, ya lo sabes, aunque prefiera unas cosas….
- Está bien, ¿sabes jugar al “ Preguntónemo”?
-No, pero suena fatal…
- Estás gracioso hoy…
-¿Reglas?
- Vale, mira, yo te pregunto una cosa, tú solo puedes responder con una palabra, y después me preguntas tú a mí algo, lo que quieras pero yo solo puedo responder con una afirmación o negación y después de al revés. Si te niegas a responder, tienes que contarme un secreto… creo que era así, jugaba de pequeña con Di y Nico para conocernos más... y era muy divertido. Aunque he cambiado un poco las reglas porque antes si contabas una mentira tenías que hacer una prueba pero no creo que nos mintamos ¿no?- la duda asomó en los ojos de Lara, habían girado la cabeza, Samuel la tocó la cara despacio.
-¿Puedo empezar yo?- Lara asintió.- ¿Cuál es tu peluche favorito?- Lara se rió, pensaba que iba a ser más serio pero contestó encantada.
-León- Samuel se rió, como su mote.
-¿Segura, no es mentira?
- Solo una pregunta, además te he dicho que no te mentiría ¿no?- Samuel seguía riéndose- Mi pregunta es… ¿ Te consideras un chico malo?
-¿Chico malo?
- Si, uno de los que quiere tener algo y lo consigue aunque tenga que pisar a otros, uno de los que no saben querer, uno de esos violentos…De los que tratan a las chicas como juguetes, de los que no respetan las normas….
- ¿Puedo contestar un poco?
- Si o no.
- Entonces sí. – Lara se sorprendió un poco pero siguió jugando.
- ¿Te ha gustado Álvaro alguna vez?
- Si- Samuel se dio la vuelta, un poco molesto.
-¿ Con cuántas chicas has salido?
- Muchas- Había sido Lara la que quería jugar, no podía importarla.
Hicieron muchas preguntas como : color favorito, canción favorita, película favorita… después llegaron las serias. Empezó Lara.
-¿Cómo es tu padre? ¿ Es muy serio?
- Mi padre desapareció cuando tenía seis años, no se si murió.
-Perdón Samuel, no sabía nada…- Se quedaron callados, Samuel rompió el silencio.
- ¿Tu padre es un buen hombre?
- Si, es perfecto.
-No hay nadie perfecto, siempre tiene algo oculto….
- ¿ Con quién te has criado?
- En la calle- Lara se dio la vuelta, esperaba un nombre pero no lo presionó.- ¿ Harías lo que fuera por mí?
- Mucho más- Lara sonrió.- ¿ A qué serías capaz de renunciar por alguien a quién amas?
- No creo que tenga la necesidad nunca- Lara no entendió esa respuesta, ¿se refreía a que no amaría a nadie nunca o a que no tendría que renunciar a nada?- ¿ Cómo se llama el primer chico con el que te besaste?
-Richard.
- Es un nombre feísimo, seguro que era un gilipollas.-Lara le envenenó con la mirada aunque por dentro, deseaba esa contestación. -¿Estás enamorado?
- ¿Sabes que de pequeño tenía una cicatriz e iba diciendo que me la hizo un perro fiero pero en realidad me choqué contra una farola?
- Te has negado a contestar… eso significa o que no estás enamorado de mí o que estás enamorado de otra.- Se empezaba a arrepentir del jueguecito. Samuel notó el tono de su voz y eso le hizo mucho daño, más que cualquier cosa. Se giró, sorprendido por la rapidez con la que lo hizo y los instintos que le habían dominado, colocándose encima de Lara, cuerpo contra cuerpo, la agarró las manos detrás de la cabeza, suave pero evitando que se pudiera echar hacia atrás.
- No digas eso, nunca
-¿El qué?
- Que estoy enamorado de otra. No se me da bien poner nombre a lo que siento, hago lo que me sale de aquí dentro. Y aunque pueda parecer un idiota, un burro, un imbécil, nunca te mentiré. ¿Sabes como puedes saber que te digo la verdad? Pero la verdad inamovible, aquella que no puedes cambiar nunca… Cuando diga tres veces algo, lo que sea… podrás saber que siempre se cumplirá, por lo menos hasta que diga lo contrario negándolo tres veces. –Lara se había quedado muda, estaba quieta, muy quieta, tenía la frente de Samuel sobre su frente, la intensidad de sus palabras resonando en su corazón, sentía latidos frenéticos, no podía saber si eran suyos…- Me encantas…- y jugó con su pelo- Me encantas- y recorrió con sus labios su frente- Me encantas- y ahora sí, la besó, rodaron, presas de la locura que se había desencadenado en tres días. Las amapolas contemplaban el espectáculo que se abría ante sus ojos, el espectáculo de una historia que comienza, de unos secretos compartidos, de unos besos fugaces a la salida de la escuela y en las clases, de las terceras personas, de los te quiero infinitos, de las eternas noches, de unos “ no te dejaré nunca”, de los celos , de unos desequilibrios, de lágrimas, peleas, odios… pero sobretodo, del comienzo de SU historia .Él y ella, ella y él, dueños de aquello tan grande.

Otro día perfecto, eran las ocho y media, querría estar todo el día con él pero tenía que estudiar… Se bajó de la moto, y sorprendiendo a Samuel, le susurró al oído, antes de despedirse:
-¿Has pensado en las respuestas que te he dado a las preguntas? No tenía peluches favoritos antes de conocerte, ni colores, ni canciones, ni películas… Me gustaba todo, en serio, puedes preguntarle a quien quieras. Pero desde aquel 23 de Septiembre, tengo mes y día preferidos, tengo diseño de moto favorito y color, el azul como el de tu camiseta cuando nos vimos por primera vez, tengo peluche preferido, tengo comida favorita, tengo canción favorita, aquella de Craig David, la que estaba escuchando cuando chocaste contra mí. Me gusta el agua mucho más que antes porque cerca de un lago me besaste por primera vez, me gusta la película que estaban echando cuando por primera vez me dejaste en casa…. Pero sobretodo, me gustas tú, Samuel. Me encanta que me sorprendas y que me enfades, yo tampoco puedo ponerlo nombre pero creo que si que estoy enamorada… y tu eres el responsable- y por primera vez, fue ella la que tomó la iniciativa, dándole un fugaz beso en los labios y agachando la cabeza, azorada y nerviosa, valiente y perfecta. Los bucles caían sobre sus pestañas, haciéndola niña y mujer por una milésima de segundo, le encantaba. Él la abrazó y ella se dejó abrazar, después se despidieron prometiendo volverse a ver el día siguiente. Al mismo tiempo que Lara cerró la puerta de su casa, Samuel decidió, si o no, como en aquella estúpida historia de Tristán e Isolda, y la decisión no tendría vuelta atrás. Se lo repitió 100 veces a falta de tres. Moto a todo gas, cerrando la visera del casco , se dirigió hacia su decisión, no habría marcha atrás , tampoco la quería

Capitulo 10

25 de Septiembre: Si fueras el aire que respiro, no haría falta más.

Lara se levantó con aquella estúpida sonrisa en la cara, se miró al espejo, por primera vez en mucho tiempo se veía guapa. Hizo alguna mueca al espejo, tirándole besos al son de las canciones de “Cascada” que sonaban en su ordenador. La noche anterior apenas había dormido, contándoles a sus “Mellis” todo lo que había pasado, imaginando lo que pasaría. Siguiendo los consejos de sus amigas, se puso unos leggins marrones con un suéter ajustado en la cintura que mostraba parte de su hombro. Se soltó el pelo y un poco de maquillaje, tampoco se podía sacar más partido pero no estaba mal. Salió de su habitación feliz, pensando en todo y en nada, besó a sus padres , incluso desayunó con ellos. Todo perfecto, todo increíblemente perfecto. Un mensaje de Samuel: Princesa hoy te hago esperar, no me esperes a primera. Después eres toda mía, recuérdalo.
Se puso los cascos, “ solamente tú y nadie más que tú…” tarareaba cuando le taparon los ojos: Álvaro.
-¿Y tu no deberías estar en clase?
-¡Qué dolor! No he dormido pensando en volverte a ver… ¿ y tú me dices eso? – un cómico Samuel le miraba socarrón, media sonrisa, chaqueta de cuero, el pelo le tapaba los ojos. Pero no le dejó replicar, una mano en su cuello, la otra en su cintura y la besó, jugando primero, después con verdadera ansiedad, como si intentara aprovechar al máximo los minutos que pasaba con ella. ELLA, después se apartó- Boba.
-¡Pensaba que eras Al, cómo me habías dicho, que tú bueno..!-¿Por qué tartamudeaba? ¿ Por qué le estallaba el corazón? ¿ Por qué no podía dejar de suspirar delante de él? Apartó la mirada, ¿ cómo podía haberse enamorado en dos días cuando antes n siquiera creía en el amor?
- Sorpresas que da la vida. Yo tambien pensaba no venir, no te creas pero tenemos literatura a primera y tengo tantas ganas de darlo… no es por ti, tampoco te creas…- y le sonrió, después se marchó, ella se quedó parada riéndose, el volvió sobre sus pasos y le cogió de la cintura.-¿ Tengo que llevarte en mis espaldas como ayer para que no llegues tarde y no me hagas llegar tarde a mi? Mala influencia….
- Idiota, si eres tú.
-Me encanta cuando te enfadas.- Lara le sonrió y siguió andando, feliz, el camino, el paso, la carretera. ¿ Qué mas daba? Estaba él a su lado, su mano le agarraba fuerte la cintura como si no quisiera soltarla nunca. Cuando llegaron al instituto, les miraban todos, siempre parecía que todo el mundo estaba a lo suyo, en pequeños grupitos hablando de estupideces, pero a la hora de novedades, todos formaban una especie de extraña piña.
Diana y Nico corrieron hacia ella, la cogieron cada una de un brazo con un unísono : “ Te la devolvemos ahora” y un Samuel perplejo a sus espaldas.
-¡Te ha visto todo el mundo!
-¿ Has visto cómo te mira?
-Pero tía que le conociste ayer….
- ¿Podéis dejarme respirar por favor? Nosé uqe me pasa chicas… no lo entiendo, no entiendo como puede pasarme esto y con él. Es de locos.
Diana y Nico la sonrieron, con aquellas increíbles sonrisas, la entendían en parte, la besaron y la dejaron ir, con un: “ queremos todos los detalles” y cada una se fueron a sus clases.
Samuel se sentó en el pupitre de al lado, ella siempre se sentaba en la esquina del fondo, estuvieron jugando, hablando, riéndo, ajenos a las miradas. Algunas cotillas, otras celosas, la mayoría felices… Conocían a Lara desde hace tiempo y era la primera vez que le veían reir a primera hora, estaban contentos por ella.
Llegó la profesora. Estaban hablando de “Tristán e Isolda” y decía la profesora:
- Tristán dejó que Isolda se casara con su señor, aunque la amaba con todo su alma. Se la entregó a otro hombre, al hombre que le había salvado la vida. Un duro debate. ¿ Amor o deber? ¿ Reque?- la profesora preguntó a uno de los alumnos de primera fila.
-Ni idea.- una de las chicas que estaba a su lado, levantó la mano.
-Amor siempre. Tristán debía haberlo abandonado todo, él le amaba, daría todo por ella. No debería haberle dejado casarse, a pesar de que era su señor o lo que fuera. El amor siempre, siempre tiene que ser lo más importante.
-¿ Y cuándo terceros están en el medio?- preguntó de repente Samuel- ¿Qué pasa cuándo no puedes elegir?
-Siempre tienes que tener opción.
-Nunca es todo blanco y todo negro- intervino otra chica
-Lo es. Cuando eliges hacer algo irremediablemente elegirás no hacer otra cosa y nunca podrás volver atrás- Samuel se había puesto serio, jugaba con un bolígrafo entre sus dedos. El timbre sonó con el silencio que siguió a las palabras de Samuel. ¿Qué significaba aquello? Lara no le dio importancia.
Terminaron las clases tras cinco horas de sonrisas y miradas, frases en los libros como “cuando estés estudiando esta página Lara estará pensando en ti”. Estupideces, niñerías pero formaba parte de toda la locura, porque no voy a llamarlo amor, aunque lo fuera, más que cualquier otro.

Capitulo 9

Lara salió del agua, el pelo empapado caía en suaves ondas en su espalda, la camiseta se le pegaba al cuerpo, marcando todas sus curvas, ella se intentaba tapar. Él hizo ademán de darse la vuelta pero era un espectáculo digno de ver, sentado en una de las rocas en la orilla del lago. Sin camiseta, el pelo cayendo sobre los ojos, demasiado largo, un tatuaje cubría su hombro, Lara no se había fijado antes, una especie de trisquel. Lara lo miraba entre curiosa y tímida, él no paraba de sonreírle, tenía tantas ganas de acercarse…pero no lo hizo.
-¿ A que no has pensado como nos secamos?
- Ven al sol , ven aquí…- y le tendió los brazos, ella le dirigió una sonrisa burlona y el se levantó, acercándose…pero no la llegó a tocar, cogió su sudadera, que descansaba en uno de los árboles. Se la tendió, ella la cogió agradecida y se fue a cambiar detrás de uno de los árboles. Apareció al rato, la sudadera le llegaba por la mitad de los muslos, se había colocado el largo pelo hacia un lado. Él seguía sentado, ella se sentó muy cerca, sus hombros se rozaban y podía oír su respiración.
- ¿ Samuel?¿ Cómo encontraste este lugar?- indecisa, no sabía como preguntárselo.
- Ya te dije, vengo a ayudar aquí desde que era pequeño. Mi madre me trajo.
-¿Trabaja tu madre aquí?
-Algo así. ¿ Y tu qué? ¿ Tus padres?¿Tienes hermanos?- Samuel cambió de tema, nervioso de repente, ella no se inmutó.
-Tengo una hermana, Ruth, es un año mayor…. Mis padres, poco te puedo contar. Tienen una empresa y…
-¿ Una empresa?
-Sí, VA. Es una especie de grandes almacenes pero artístico todo, venden cuadros, libros, discos… de grandes artistas. Es increíble- Samuel se quedó pensando, Lara se dio cuenta de que estaba muy lejos y decidió callarse. Estaba nerviosa, le tenía muy cerca, jugaba nerviosa con sus manos. De repente, él la cogió una.
-¿ Nos vamos?
-¿ A dónde?- el se puso de pie arrastrándola.
- Nunca se pregunta dónde sino a qué.- y la besó, sus labios sabían dulces, entre ardientes y delicados. Era una de las mejores sensaciones. Cuando se separaron, Lara le miró extrañada y arqueando una ceja.
-¿ Otra sorpresa?
-¿ Qué es el mundo si no es eso?- Y se acabó la conversación, recogieron sus cosas y se cambiaron. Subieron a la moto, amigos del viento, presas del mundo,sonriendo… Samuel le sujetaba las manos, abrazadas a su cintura. ¿ Cómo podía haber cambiado su vida? Habia dado un giro de 180º , el domingo era una chica sencilla, no necesitaba grandes metas, era feliz con un libro y un buen tazón de leche, era la persona más feliz una tarde con sus amigas, era feliz hablando con Álvaro… no había aspirado nunca a enamorarse, tampoco lo veía necesario y posible. Siempre había sido una chica madura, si puede decirse así, ni cuentos, ni príncipes, ni fantasías… Pero parecía una niña con un juguete nuevo, radiante, enérgica, rebelde, feliz de una forma distinta, abrazada a él, que le había conocido hace un día, de locos. Una comedia romántica, un libro de Moccia, una canción de Nickelback. Era su vida ahora.
Llegaron a una especie de bar a las afueras de la ciudad, Lara sonreía pero no dejaba de preocuparse. Era un lugar extraño y empezaba a hacer frío, ella tenía el pelo mojado.
Bajaron de la moto, Samuel abrazó sus hombros y le susurró:
-No te fijes solo en las apariencias- ella intentó sonreírle, se había echado el pelo hacia atrás y llevaba una camiseta ajustada que mostraba los músculos trabajados. Él se dio cuenta de su indecisión y le besó la frente para quitarlo importancia. Entraron juntos, todos se giraron a la vez. Un montón de jóvenes con cazadoras de cuero, pendientes y cadenas bebías, reían, jugaban al billar. Chicas con leggins ajustados, altos tacones, largas piernas bronceadas, pelo recogido en altos moños, minifaldas… tentaban a los chicos y les ganaban al futbolín. Ella estaba fuera de lugar, era pequeña, las piernas no eran muy largas, el cabello goteaba, llevaba la sudadera de Samuel y no tenía ni una pizca de maquillaje, se maldijo por despreocuparse tanto de su aspecto. El primero en acercarse fue un chico de unos veintitantos años.
- ¡Samu! ¡Pensaba qué no venías! ¿Has estado ocupado, eh? Hola preciosa, ¿Dónde has estado toda mi vida? - y la fue a besar, Samuel se interpuso entre los dos.
- Cobra, no te pases, es mi chica.- el otro se apartó como una descarga y le hizo un gesto de disculpa.
-Perdona tío… os invito a algo. ¡Xicho, ponles lo que quieran!- se dirigió al camarero que estaba sentado sobre la barra hablando con dos chicas, dos grandes tatuajes de serpientes nadaban desde su hombro hasta su codo, amenazantes. No se podía comparar con “Tupé”. Pero ellos también parecían una gran familia , o al menos un grupo de amigos peligrosos salidos de la cárcel con quien conversar de fechorías. Parecía mentira que Samuel perteneciera a todo aquello después de conocer su faceta de los niños, aunque, pensándolo bien, estaba hablando de las apariencias, les daría una oportunidad, además Samuel la había llamado “ su chica”, había sonado dulce pero a la vez misterioso y peligroso , como si le perteneciera. La había gustado mucho, como él, no paraba de sorprenderla. Se sentaron en una mesa no muy lejos del resto, Samuel se puso en frente, de espaldas a la gente.
- Se que no es muy especial, ni muy elegante, ni tan siquiera huele bien… - y se rio- pero son muy buena gente, Lara y Richard hace las mejores hamburguesas que hayas probado, en serio. Si no , no te hubiera traído, ¿ lo sabes no?
- Confío en ti, Samuel, ¿ te lo he dicho ya no?- ella se inclinó un poco y miró a la mesa, azorada. Él aprovechó ese momento para besarla, inclinándose a su vez, esta vez con cariño, suave, acariciándola, como nunca había hecho con nadie. Tenía que parar, pero podía permitirse un día, una semana tal vez, pero nada más. Se serenaron, volvieron cada uno a su sitio.
-¿ Son tus amigos?
- Bueno, algunos sí, otros quizá compañeros de tarde…
- Una pregunta… ¿ Por qué le llaman Cobra? Es como las bandas de la calle, ¿ cada uno tenéis un mote o algo así?- ella lo dijo seria, tan seria que le hizo reir con una carcajada limpia, como hacía mucho que no se reía, era tan bonita, tenía esa inocencia…
- No exactamente. Le llaman el Cobra porque de pequeño era muy rápido y violento, pero ha cambiado. Xicho es Jesus, aquel de allá es Toni, la chica el pelo rosa Tutú, no preguntes, la de allá Didi, como la de aquella película…
-¿Tú tienes uno?
- ¿ Si te lo digo no te ríes?- y la miró, ella negó, curiosa- me llaman Leo
-¿ Leo? No es nombre que haga gracia.
-Porque de pequeño siempre llevaba un muñeco de un león- esa vez se rió, si supiera de verdad porque se lo llamaban…
- Que rico…
- ¿ Eh? ¿ Os apuntáis? – la chica del pelo rosa y una especie de guardaspaldas punk les gritaban desde la mesa del futbolín.
- No, no…
-¿Por qué no?- interrumpió Lara- me gusta el futbolín, ¿por qué no jugamos una?
- ¿Sabes jugar?
-Algo sé- Samuel la miró nervioso, no quería pasar por debajo de la mesa.
- Jugaré yo con ella, tú vete con Tutú- apuntó el guardaespaldas- así le damos más emoción.
- Vale.- Lara fue la primera en hablar, convencida.- ¿Si gano haces lo que yo quiera?
- Acepto- y la besó fugazmente en los labios mirándola a los ojos- Si gano yo lo haces tú.
- Para pegajosos los chicles, vosotros a jugar.- exclamó Tutú, irónica tal vez, o enfadada, ¿quién sabe? La atención se dirigía a su pelo rosa solo.
- Soy el Nene ¿tú te llamas Lara no? ¿Arriba o abajo?- estuvo a punto de reírse pero se contuvo, el chico era simpático, parecía un guardaespaldas pero lo cierto era que sonreía igual que un osito de peluche que tenía en su cuarto, extraña comparación, al igual que su mote. Todo era estúpido y loco esos días… ¿ qué mas daba?
Jugaron, los goles llegaros, uno, otro, arriba y abajo, pases magistrales, Tutú se comenzaba a poner neviosa, la sudaban las manos. El Nene era un portero experto que paraba con precisión cada jugada de Samuel, que era muy bueno y estaba demasiado guapo… No, basta, Lara, piensa en el juego. Lara tuvo la oportunidad del primer gol de la mesa, pero la dejó pasar, tal vez no había sido demasiado impresionante. ¿ Que se creía Samuel? Llevaba jugando en el viejo futbolín de “ Tupé” desde los trece años, en la característica mesa con forma de descapotable del bar. Torneos contra los mejores, la habían enseñado las mejores estrategias. Siempre iba con álvaro, delicado a la hora de parar pero letal a la hora de lanzar la pelota en dirección a la portería contraria. Ahora él no estaba con ella , estaba el Nene, demasiado brusco. El juego se basaba en golpear a la pelota con la mayor fuerza posible y tener habilidad para pararla. Ella jugaba con suavidad al principio, haciéndose la inocente, Samuel la miraba con compasión. Al segundo gol del equipo contrario, Lara empezó a jugar como ella sabía. Pases de atrás hacia delante, un golpe a la derecha, otro a la izquiera, distracción a Tutú y gol. Todos los de la mesa se quedaron con la boca abierta. El segundo no tardó en llegar, jugada con el Nene, precision, en todo el medio. Ganaron, no se duda. El Nene la cogió como una muñeca de papel y la dio tres vueltas en el aire. Cuando Lara levantó la mirada un grupo de gente les rodeaba, querían ver el partido, lo más emocionante de la tarde y Lara era a protagonista, bajó la mirada, azorada y entusiasmada por su victoria.
-Me encanta tu amiga Samuel, tienes que traerla más por aquí- tras dar otro abrazo a Lara y decir “me la pido como compañera” se marchó.
Samuel se acercó sonriendo, sorprendido y la besó, con intensidad… sabía que no se confundía con ella. Ella se dejó hacer, mientras todos los miraban con una sonrisa tonta en la cara, excepto Diddy que desde la otra esquina mataba a Lara con la mirada.
-¿Qué desea princesa?- estaba muy cerca de su cara.
- Ya te lo diré cuando se me ocurra algo que desee de verdad.
Él la abrazó, siguieron jugando, distintas parejas, Lara siempre ganaba. El pelo se la secó, se lo anudó en una trenza, después se marcharon de aquel bar, felices, sonriendo, de la mano. Diddy les miró marcharse, esperando su oportunidad, que, sin duda no tardaría en llegar.
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Ella continuaba con la sudadera de Samuel, iban riéndose y cogidos de la mano, como una pareja normal cuando se lo encontraron. Álvaro, esperando en la puerta de su casa. Lara soltó la mano de Samuel rápidamente, él fue el primero en acercarse. ¿ Les habría visto? Estaba en la puerta con sus característicos cascos, pensando en nada y a la vez en todo.
-¿ Qué tal? – Le golpeó con el puño el brazo, álvaro se debatía entre saludarle y pegarle en esa cara de estúpido, optó por lo primero , no era agresivo ( creía).
- ¿ Y tú?
- Perfectamente. – Lara había permanecido callada, Samuel pareció un poco molesto, se alejó un poco de su amigo, despidiéndose hasta el próximo día y guiñándole un ojo a Lara . Se quedaron solos. Lara se acercó y le besó en la mejilla, como siempre hacía.
-¡Al! ¿ Qué haces tú por aquí?
- Te he estado llamando- le cortó el de repente.
-¿ Si? Perdón, tenía el móvil apagado, Samuel y yo…
-¿ Samuel?
- Si, nosotros…- y Álvaro se fijó en la sudadera, después en sus ruborizadas mejillas, en sus ojos que miraban hacia el infinito, entre enamorados y arrepentidos de encontrarse en esa situación… y lo supo. No, no , no, no podía ser. Que cambiara el rumbo de la conversación, que le dijera que le odiaba, que se apartara de él. Pero el rumbo se mantuvo fijo al igual que la ruptura de algo en su interior. ¿ Cómo se podía echar de menos algo que nunca había pasado? Se rompía, se quedaba sin aire, las oportunidades que había creído tener, odió su cobardía, odió su falta de personalidad, odió la amistad, lo odió todo, excepto a ella, a ella no la podía culpar. Algún día se daría cuenta de que era él, el que la quería con todo su alma, que estaban hechos el uno para el otro. Que en el mundo había dos mitades y ellos pertenecían a la misma, Samuel se encontraba en la otra. Pero ahora solo podía mantener la fachada de amigo, de amigo inseparable.

-Ya lo veo. ¿Os tendré que aguantar a los dos juntos? Si por separado ya erais inaguantables…- Ella se quitó un peso de encima, no parecía molesto, todo lo contrario y se alegró, después se echaría la culpa de su egoísmo. Ella les quería a los dos y no podía pensar en nada más. Le abrazó, como a un amigo, era cálido e increíble, y era su mejor amigo, para siempre. ¿O no? No podía pensarlo, era feliz, como nunca había creído sentirse, ¿quién la diría que en unos días cambiaría su vida y todo sería muy distinto? El destino, amigos, solo el destino lo sabe

Capitulo 8

-¿Samuel?- repitió Lara, un poco asustada. El agua sonaba muy fuerte, el paisaje era hermoso pero aterrador. Estaba sola. – Deja de jugar, Samuel, sal. Caminó, un paso , dos.. Una rampa, casi tropieza. ¿Por qué la había dejado sola Samuel? Pensándolo bien, no lo conocía… no…. Un golpe, gritó. Era solo un pájaro.

-¿Lo ves? No puedes vivir sin mi- le susurró Samuel al oído, lento, suave, irónico. Una mano descendía desde el cuello hasta el codo de Lara, una y otra vez. Lara se apartó aunque era lo último que quería y empujándole le gritó:

-¿Pero estás tonto?
- Me encanta cuando te enfadas…
-Bff..
- Y cuando suspiras- Lara se tocó el pelo
-Y cuando estás nerviosa, te colocas el pelo detrás de la oreja una y otra vez, tengo ganas siempre de hacerlo yo, pero no sé si…- y se acercó más- Me encanta cuando te muerdes el labio y piensas que no te está mirando nadie, aunque en realidad…. – y se acercó más- me encanta cuando quieres hablar siempre, cuando te pierdes en un mundo al que me gustaría acceder, me gusta que seas indecisa, me gusta saber que no has estado nunca enamorada…
-Pero yo…- intentó interrumpir Lara, Samuel la calló colocando su frente sobre la suya.
- Me enfadaría mucho si supiera que lo has estado y que no soy el primero.
-Tu no eres…
- Me encanta que intentes mentirme, porque no sabes hacerlo y tus ojos miran al infinito, muy lejos de los míos, me encanta que me evites…. Pero… ¿ Lara? ¿Sabes lo que más me gusta? Me gusta saber, que por mucho que lo ocultes y lo niegues, no paras de pensar en mi, a cada instante, a cada segundo, cada momento- y la besó, fue un beso largo e intenso, sus manos en su pelo, agarrándola para que no se fuera, aunque sabía que no iba a hacer. Pero, aunque sabía lo que tenía que hacer, ¿Porqué no paraba de latirle el corazón? ¿Por qué no podía dejar de acariciarla, de intentar rozarla? ¿Por qué se moría de ganas de besarla? ¿ De sentirla cerca? La abrazó más, ella se dejó besar. Después se separó , la acarició la cara suavemente, mirándola a los ojos. Solo pensaba en Lara, su Lara.

-¿ Nos bañamos? – Lara se sorprendió por la petición y se rió. Samuel se apartó de ella, un poco molesto.
-No es una broma. Vamos a bañarnos.
- ¿Cómo?
-¿ Pues cómo va a ser? ¡ En el agua princesa! – y le golpeó cariñosamente con el dedo en la frente. Se quitó la camiseta y el pantalón, quedando en ropa interior que parecía el bañador. Después llegó al borde del lago y con un elegante salto, calló en el agua. Tras unos instantes, salió a la superficie de nuevo, quitándose el pelo de la cara. Era guapísimo.
-¿ Quieres que vaya a por ti?
Lara dudó, si o no, respuesta clara, el “no sé” es de cobardes. ¿ Se tira a la piscina de cabeza ( y nunca mejor dicho) o deja pasar el momento? Samuel la espera , con esa sonrisa, con esas manos, con esos labios…. Pero… ¿ y si la está engañando? ¿ y si pasa algo? ¿Y si se enterara su madre? Es tarde, no ha llamado ni a sus amigas ni a Álvaro. Otra vez, indecisa. Pero le mira, a los ojos de nuevo y después a su sonrisa. Deja de pensar, deja de dudar, el pero se esconde en la mochila que cae cerca de ella. Despacio se quita la chaqueta, la camiseta es lo suficientemente larga como para ocultarse hasta caer al agua. Se quita las zapatillas y deja resbalar el pantalón hasta el suelo. Lo coloca todo con cuidado cerca de su mochila. Samuel la sigue mirando, su pelo, sus brazos, sus piernas bronceadas… De abajo a arriba, de arriba abajo. ¿Por qué no puede parar de sonreír? Se mueve con esa gracia, ese “no se qué oculto”:.. Está deseando tenerla cerca… ¿Pero en qué está pensando? Lara está lo suficientemente cerca, es vergonzosa, también le gusta eso, mira al suelo pero desafiante como si hubiera mucho escondido en su persona. Con un angelical salto y un atlético movimiento, Lara cae al agua y nada unos instantes para alejarse divertida de Samuel. Samuel la persigue, sorprendido en un primer momento, irónico se acerca, ella se aleja.. se persiguen, se buscan con la mirada, se intentan agarrar pero Samuel es más fuerte y llega hasta a ella en un momento de indecisión. Lara ríe, Samuel está muy cerca de ella, sus manos sostienen su espalda, la cintura, después vuelven al cuello. Ella está de espaldas, aprisionada entre la pared y él.

-¿No te he dicho que no te voy a soltar nunca?
-Mmm..., aún no. ¿Quién dice que no voy a ser yo la que me aparte de ti?- y le miró a los ojos, por una vez dueña del momento. Él la sostuvo la mirada, cómplice de su risa. Y después se dejó llevar por el momento, no estaba planeado… la besó la mejilla, la punta de la nariz, la frente, la besó la barbilla, la besó el cuello y el hombro, hasta llegar, muy despacio a sus labios, se juntaron, se separaron, se miraron a los ojos y se volvieron a besar. Ellos.
-Lara, ven, te quiero enseñar algo.
-¿ Más cosas?
Samuel nadó despacio hasta una de las orillas, observó unos árboles, y se giró, la dio la mano.
-Confía en mi Lara, sígueme. – y se sumergió, Lara hizo lo que le mandaba, tras unos segundos, llegaron a una especie de fosa oculta en el lago, había un agujero y tras el agujero una cueva. Lara salió a la superficie, muy sorprendida, la mano de samuel apretaba todavía la suya.

-Es…precioso, precioso de verdad- una cascada brillaba majestuosa al fondo de la cueva, las gotas eran perlas, el aire melodía, sus voces las notas, sus ojos los privilegiados en contemplarlo. Samuel siguió nadando hasta quedar debajo de la cascada, era difícil mantener la cabeza en la superficie pero los dos se ayudaban a sostenerse, muy juntos, como si nada pudiera con ellos. Lara se tumbó sobre el agua, dejando que las gotas acariciaran su cara, Samuel hizo lo mismo, sus manos seguían juntas. Lara fue la primera en hablar:
- ¿Por qué yo Samuel? Hay muchas chicas en el instituto que..
-Lara, ¿por qué tú?. No lo sé, tampoco lo voy a pensar, ha pasado…- Sonaba claro, decidido, fuerte… pero en realidad tenía miedo. ¿Cómo podía tener miedo de perder algo que acababa de comenzar?

Lara se calló, no preguntó más, quería disfrutar de él, de todo, era tan especial, ni el poco tiempo, ni lo poco que sabía que él importaba. Después de un rato salieron de la cueva, llovía fuera aunque el sol seguía brillando.

-Es increíble, has cumplido uno de mis sueños- Samuel la miró desconcertado.
-Nadar bajo la lluvia.
-¿Nunca has nadado bajo la lluvia?
-Mi madre me ha dicho desde pequeña que es peligroso. Estar en el agua y una tormenta…
-Visto así, todo es peligroso.
-Todo lo es.
-¿Yo también?
-Tú el que más.
-Es bueno saberlo- y se volvieron a besar, bajo la lluvia, un tercer beso, un cuarto, un quinto….después salieron, Samuel primero, ella se quedó un rato más disfrutando de su extraño sueño. Él la observaba La canción de U2 comenzó a sonar, su móvil, vio el nombre en la pantalla y suspiró, el mundo no había cambiado, la realidad seguía pesando.
-¿Lo has hecho ya?- preguntó una voz áspera a Samuel al otro lado de la línea.
-Más o menos, ya ha caído. Unos días más y hará lo que le diga.
-Tu padre estaría orgulloso ¿lo sabes no?- Y Samuel colgó. Entrecerró los ojos, la lluvia caía sobre sus hombros pero quemaba, ya no brillaba, ya no era bonita. Lo único bonito estaba dentro del agua, nadando y sonriéndole, y él iba a perderla,

Capitulo 7

24 de Septiembre: Las apariencias engañan, y los engaños enamoran

Lara continuaba golpeando la espalda de Samuel. Samuel sonreía divertido, pícaro, dueño del momento. Llegaron a su destino, se paró de golpe y la bajó. Una vez en el suelo la intentó colocar la chaqueta que había quedado descolocada recibiendo un manotazo, y recogiendo la mano que había esquivado segundos antes, la entregó un casco sin soltarla. Una Harley negra descansaba entre dos coches que parecían basura a su lado. Brillaba de una forma especial. Era increíble.

-¿ Te lo pones o te lo pongo?
-Te he dicho que no voy a ir a ningún sitio contigo- y se cruzó de brazos, con aquella cara seria y esa expresión de enfadada. Estaba muy guapa, los ojos le brillaban , la cara enmarcada en… ¿Pero qué estaba pensando?

Samuel la miró a los ojos y muy seriamente (también sabía ser serio) la dijo.

-Dame una oportunidad.- Lara seguía formal y añadió- por favor, te recompensaré lo de ayer.- Lara relajó las facciones de su cara, estaba preparada para cualquier contraataque menos para ese. ¿Qué hacía? Era inesperado, se había puesto muy serio. Pero ella no se había escapado nunca de clase y esa era la primera vez. Sin embargo, eso era lo que menos la preocupaba. No se había montado nunca en moto. Si la vieran sus padres pasaría algo grave. Pero sin miedo , siendo atrevida por una vez , cogió el casco que le tendía Samuel y le avisó.
-No quiero arrepentirme.
-No lo harás, tranquila.
Y se subieron los dos en la moto de Samuel. Ella no sabía muy bien por que lo había hecho, él lo sabía perfectamente. Agarró las pequeñas manos de Lara y las colocó en su pecho, abrazándolo por completo. En un primer momento, Lara intentó apartárlas, colocárlas en su espalda, o agarrarse en otro lado. Pero la velocidad a la que iba Samuel la impedía hacer nada, por lo menos no la vería nadie. Cuando paraban en los semáforos, Samuel agarraba las manos de Lara o acariciaba sus rodillas, incluso pegaba golpecitos en su casco, haciéndola rabiar. Parecían dos enamorados compartiendo un momento único, aunque, pensándolo bien… ¿ Quién decía que solo lo parecieran?
Lara se dejaba llevar, pensando en lo extraño del momento. Era solo el segundo día y creía conocer a Samuel de toda la vida aunque en realidad, no sabía nada. Samuel estaba disfrutando, se había olvidado por completo de lo que debía hacer… ¿ O lo sabía perfectamente? Daba igual, continuaron presas del viento en la moto brillante que alcanzaba al destino aunque este no se hubiera presentado todavía.

Llegaron a un lugar apartado del centro de la ciudad, estaba lleno de niños y profesores, era un sitio de excursión. Samuel aparcó y ayudó a bajar a Lara, que miró sorprendida su alrededor. Era un parque natural o algo parecido. Los niños estaban sentados en corros jugando a nada y todo. Había fuentes y casas de madera de las que salían los monitores.

-¡Es Samu!- gritó una pequeña niña , que se levantó del pequeño grupo en el que estaba para alcanzarle y tirarse a sus brazos. Lara se apartó un poco , sorprendida, la pequeña tenía quemaduras en los brazos y en la cara.
- ¡ Claudia bella! ¿ Te presento a mi amiga? Se llama Lara y se cree que soy un chico malo, ¿ puedes decirla que soy todo lo contrario?
La pequeña se abrazó a las piernas de Lara y comenzó a moverse.
-¡Lara! ¡Qué guapa eres! ¿ Eres la novia de Samu?
Lara se agachó, cariñosa y cercana y la dio un beso en la mejilla teniendo mucho cuidado, poniéndose a su altura, la dijo:
-Tu si que eres guapa, mira que ojos más bonitos. No soy la novia de Samu , en realidad, le acabo de conocer. ¿ Dices que es bueno?
-Es el mejor chico, cuando crezca, será mi marido
Lara y Samuel se rieron, Claudia dio un abrazo a Lara y un beso a Samuel y volvió a su grupo. Samuel se giró hacia Lara y vio en su mirada la compasión que había estado ocultando a la pequeña. Era realmente una chica especial, no se apartó como pensaba que iba a hacer.

-Se que no me vas a preguntar por respeto pero esto es un centro de ayuda infantil para niños con problemas familiares. El padre de Claudia llegaba borracho todos los días y apagaba los cigarrillos en la cara de la pequeña. A los cuatro años la trajeron aquí y parece que vuelve a ser una niña normal, aunque las cicatrices llenen su cuerpo.
-¿Trabajas aquí?
-No , no trabajo por dinero. Vengo cada día desde joven para ayudarles. Me parece increíble la labor que hacen. ¿Ves a ese pequeño? – Señaló a un chico que jugaba al balón- Sus padres no le llevaron al colegio, vino aquí con seis años y no sabía ni hablar en condiciones. Se han encargado de enseñarle todo lo que sabe para que pueda reincorporarse a la sociedad. No dejan de ser niños. ¿ Me entiendes?
-Es….- Lara miró con sinceridad a Samuel, tenía los ojos vidriosos, afectada por las historias que Samuel le había contado- un detalle precioso.
Se miraron por primera vez en los dos días de aquella forma. Dueños uno de otro. Sintiendo el momento, Samuel fue de nuevo el que apartó la vista de aquella intensa mirada. La cogió de la mano y atravesando el patio lleno de niños, dejando atrás el sonido de sus risas y el choque de sus palmas, se metieron en el bosque.
-¿Dónde me llevas? – Lara sonreía , aquella faceta de Samuel le enternecía. Era la primera persona con la que se había confundido, las apariencias engañan, nunca había creído en aquel dicho y podía ser cierto.
Samuel se paró de seco, interrumpiendo sus pensamientos.
-¿Qué pasa?
-Tápate los ojos
-¿Siempre me tienes que ordenar que haga las cosas?
-¿Te puedes tapar los ojos por favor?- Lara asintió, de nuevo aquella faceta, dulce, sencillo....
Samuel se acercó por detrás cuando ella tenía las manos en los ojos. La contempló unos instantes, dejando que el viento acariciara su pelo y revolviera sus pestañas. A veces las casualidades eran dolorosas pero no tenía que pensar más, a lo hecho pecho, la oportunidad era aquella, lo que había planeado, llegaba a su final.
La condujo hacia aquel lugar, la mano de Lara abrazaba su pecho, sintiéndole muy cerca. De repente, Lara se encontró sola, no sabía si destaparse los ojos, no quería destrozarle la sorpresa.
-¿Samu…?- y oyó el sonido del agua, y unas gotitas cayeron en su cara. Corriendo se destapó los ojos, era un espectáculo digno de ver. Ante ella se habría una especie de lago con agua cristalina, millones de diamantes la daban la bienvenida, los árboles reflejaban la belleza del paisaje creado, las rocas en el fondo formaban dibujos, las nubes dibujaban historias en la superficie…pero Samuel no estaba.

Continuacion del capitulo 6

24 de Septiembre. Día enorme.

Lara se levantó, buen humor para un gran día. No se conectó, no la daba tiempo. Elección de ropa: sencilla. Pantalones ajustados, camiseta con un hombro caído, chaqueta de cuero y botas. El pelo suelto, con una horquilla sujetándola el flequillo, collares, pulseras… Todo listo. Le faltaba el móvil. Lo cogió, un mensaje a las 6 de la mañana ¿ Quién se levantaría tan pronto? Álvaro, seguro, para hacer una broma. El mensaje era de un número desconocido, le habría quitado el teléfono a su hermano.

“ Prepárate para sonreír princesa.Te veo en la entrada” – era Álvaro, seguro, siempre la llamaba motes cariñosos. Últimamente estaba muy raro, nunca la había llamado princesa, pero le gustaba. Desayunó con su familia, les deseó un buen día y les dijo que iría a estudiar a la biblioteca y después a la piscina. El día completo.
Llegó a la puerta del instituto, perfecto, incluso pronto. Esperó a sus amigas sentada en las escaleras y a Álvaro ,al que vio en seguida en la acera de en frente. Sabía que era él. Cuando fue a cruzar la calle, algo la sorprendió, era un pequeño niño que sostenía una nota y una rosa.
Buenos días preciosa, ¿ por qué estás tan feliz?. Esa sonrisa en la cara… será que has soñado conmigo.
¿ Qué broma era esa? Aunque empezaba a dudar de aquel secretismo y encima sus amigas no llegaban…
-¿Quién te ha dado esto pequeño?
-El chico que no sabe por donde mira.
-¿ Qué? - ¿Qué significaba eso? Álvaro seguía parado. Lara miró hacia todos los lados, cuando fue a preguntarle al niño de nuevo, se encontró con aquellos ojos marrones verdosos que quitaban el aliento.
-¿ No te habrás olvidado de la cita no, preciosa?
- Pero tú… - no iba a salir con él, no iba a saltarse las clases.-deja de reírte de mí y sube a clase…
-¿ A clase? ¿cómo puedes decir eso? ¡Qué poco romántica! ¿ Sigues enfadada porque no te besé?
- No me iba a dejar besar , idiota. Si no te vas tu, me voy yo.- y se puso en camino, hacia Álvaro, que contemplaba la escena atontado.
- No creas que es difícil secuestrar a una princesa.- y la cogió por los brazos, situándola en la espalda como un saco.
-¡Samuel, Samuel! ¡Déjame! ¡Suéltame, Samuel! ¡Ayuda! ¡Di , Nico, Al ayudadme, que está loco!- pero Samuel seguía como si nada, no importaba nada, solo ella.
Distintos sentimientos, Diana y Nico lo sabían, Samuel les había confesado sus planes para conquistar a Lara, de la que decía haberse enamorado. No era un mal chico y era el mejor amigo de Álvaro. Álvaro se quedó paralizado, ¿ Qué significaba aquello? Pero no iba a quedar así, triste, se marchó, dejando aquella escena, esperando que llegara la suya.
Lara golpeaba la espalda de Samuel, como una niña pequeña, se sentía observada. Samuel sonreía pícaramente, todo estaba saliendo como él quería.
Lo que no sabía ninguno es que el amor es más rápido que un segundo, que no avisa cuando llega. Que el amor vence al odio más profundo, que llega como un huracán, llevándose todo. Que el amor duele, sobretodo si no es correspondido. Que te llena, que te entorpece pero ante todo, que el amor rompe todos tus esquemas.

Capitulo 6

23 de Septiembre, dulce sabor de despedida

Olía su perfume, sentía su cuerpo, su mano en su mano, sus ojos cerrados, su aliento en su aliento, sus labios… ¿eh, dónde estaban sus labios? Lara abrió los ojos, atenta a cada movimiento y le oyó muy cerca, sus labios en el lóbulo de su oreja, inmovilizada por sus brazos.

-Lara, Lara… ¿ qué dirían de ti ahora? ¿Me has conocido hoy y ya quieres que te bese? ¿ Por qué no esperamos a la segunda cita? Para hacer algo más que nada…

Lara se sentía ofendida, no por sus palabras sino por el hecho de que se hubiera dejado besar, no solo eso, se lo hubiera devuelto. ¿ Pero se había vuelto loca? Era un extraño un desconocido… un chico guapo, pero arrogante, prepotente y creído. Se levanta ágil, tampoco él se lo impide, sonríe en el suelo. Los últimos rayos de sol acarician sus suaves rasgos convirtiendo su cuerpo en un destello. Las gotas del río, la respiración entrecortada de Lara , el viento que mueve su pelo desordenándolo… Los últimos días de Septiembre.

-¿ Por qué estás enfadada?- Samuel perseguía a Lara sobre la bici, ella andaba deprisa ignorándole, pensando en sus propios problemas. La gente les miraba. Pensamientos diversos: “ Estos jóvenes” “ Están enamorados” “ Serán idiotas” en la mente de las personas que observaban atentos sus pasos.
-¿ Me dejas en paz?
-No quiero, ¿otra pregunta?
- Gili…- suspiro, no merecía la pena. Se echó a correr.
-¿Dónde vas?
-¿ A mi casa, idiota? Son las nueve y tengo que dignarme a pasar , por lo menos a saludar…
- No se te olvide que mañana tenemos una cita.
-No se me tiene que olvidar nada porque nosotros dos no vamos a hacer nada.
- Eso lo verás mañana, preciosa .- guiño de ojos, era una escena graciosa, él en su bici, ella corriendo.
- Lo que tú digas Samuel.- La verdad es que Samuel no sabía donde se dirigía, hacía mucho que no sabía donde estaba. Únicamente quería acompañarla...- pero se te ha olvidado lo que te dije antes.
-¿El qué?
-¡Qué mires por donde andas!- y Lara le sacó la lengua y se fue corriendo hacia el otro lado. Delante de Samuel había una rampa, un destino trágico sino comenzaba a paladear. Será niñata, ¿Cómo ha podido? Aunque, en el fondo, algo en su interior se movía. Comenzó a reírse… Nadie le había vacilado sin asumir las consecuencias que eso conllevaba, pero, lo que no quería aceptar era que únicamente quería volver a verla. Ahora solo le tocaba pedalear.

Lara llegó a casa en dos minutos, desorientada, traviesa, orgullosa de lo que acaba de hacer pero un poco culpable. ¿ Se habría caído? Le esperaban sus padres sentados en la mesa. Iban a reñirla pero vieron su mano vendada y su cara cambió.

-¿Qué te ha pasado cariño?- su madre fue la primera, su padre le siguió.
-Nada mamá, me he caído en la calle y había una piedra…
-¿Está bien curado?
-Si, creo que sí…
- Te lo revisaré, dame dos minutos- y se fue corriendo al baño. Su hermana estaba sentada en el sofá.
-¿ Qué pasa tata? ¿ Haciendo de las tuyas? – Lara la sacó la lengua con una media sonrisa.
Su madre la curó de nuevo y los cuatro se sentaron, comentaron el día, sucesos sin importancia, temas que aparecían en las noticias, bromas entre miembros de la familia… Lara se subió a cambiar, debía hacer los deberes, no había podido hacer nada y no podía permitírselo. Se puso el pijama y unas graciosas zapatillas de ranas, se peinó como pudo en una coleta de la que caían gotas y se sentó a repasar. Leyó todo lo que tenía dos o tres veces, no podía concentrarse, tantos sucesos… seguía diciendo que parecía una película: Chica conoce a chico, se enamoran y viven felices tras algún suceso. Pero no era su caso, no estaba enamorada, no era un chico normal y eso era la vida no una estúpida pantalla en la que se reflejaba. Dos toques de Álvaro. No le apetecía demasiado conectarse, acababa de estar con su amigo idiota pero se lo había dicho. Cogió el portátil y se tumbó en la cama, tecleó deprisa: MSN, tuenti… redes sociales. 7 comentarios, dos mensajes privados pero ninguna petición de amistad. Privados de Al , comentarios de amigos , Nico y Diana. No les contestó, en vez de ello, se conecto al MSN. Allí estaban las personas más importantes.
Diana con aquel nick: Cuando lloras cuando me dices que no. MellisTODO.
Nico, impulsiva: Si me quieres ven y sino tambien.Di&La pequeñas os amo.
Y Álvaro, que solo tenía su nombre y el reproductor de música. Escuchaba Maná en ese momento. La saludaron los tres. Diana y Nico la colocaron en la conversación de tres y ella continuó el tema que ya habían entablado: planes para el viernes.
Con Álvaro el típico saludo cariñoso con muchos emoticones. Comenzaron a hablar del primer día, de lo que echaban de menos verse más horas, bromas, algún que otro comentario tierno.. Álvaro no preguntó nada sobre Samuel, fue un respiro, él era genial, parecía conocerla mejor que nadie. Ya no pensó más, se dejó llevar por la conversación de sus amigos, porque ellos eran su vida, no hacía falta nadie más. No sabía nada del futuro.
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En su casa, Álvaro estaba nervioso, igual que siempre que hablaba con ella. Intentaba hacerla sonreír, se moría de curiosidad por preguntarle por Samuel pero no era de su incumbencia. Era una chica especial, distinta a las demás, cariñosa con sus amigos. Tenía una única frase en el nick: They are my life. Muchos quisieran formar parte de ellos pero él sabía perfectamente que tres personas estaban incluidas y él era una, podía ser feliz. Quería contarle todo, pero no podía, no era el momento… ¿ Pero cuándo lo sería? Debía arriesgarse y mañana era el día.

Capitulo 5

23 de Septiembre, tarde de tardes.

Lara caminaba por la calle sola, se dirigía a su café- restaurante favorito por excelencia. Se llamaba “Tupé” y era precioso, adoraba al dueño. Nico, Diana y ella siempre comían allí cuando quedaban. A ella se lo había enseñado su abuela de muy pequeña, iban todos los viernes a comer helado de manzana… no quería recordar momentos felices, ahora no. Entró por aquella puerta con forma de guitarra al pequeño café. Había pocas mesas, todas ellas con un decorado especial. Una tenía el fondo de “Grease”, otra de “fiebre del sábado noche”, otra de “Dirty Dancing”… Era muy especial y acogedor, los camareros vestían aquellas ropas, las chicas con faldas de vuelo de colores chillones, los chicos cazadoras de cuero y todos ellos, sin excepción, con tupé. Al fondo se encontraban las
puertas de los baños, una era el capó de un coche antiguo, y otra tenía forma de vespa. La barra era increíble y muy original. Tenía forma de caravana de los años setenta, los camareros servían por las ventanillas. Tito, el dueño, estaba hablando con un cliente. En cuanto la vio, salió a su encuentro y la abrazó. Era un señor mayor, sesenta años pero su felicidad y espontaneidad le hacían parecer mucho más joven. Pelo blanco, chaleco de rockero, pantalones ajustados, parecía haber bajado de un escenario después de cantar con los Rolling Stone.

-¡Preciosa! Nico y Di están sentadas. Hoy tienes plato especial, para alegrarte esa carita linda ¿ Vale? En dos minutos voy.-Tito le guió un ojo y se fue a seguir hablando con el cliente al que había abandonado minutos antes.

Adoraba a ese hombre, en serio, era como su tío, increíble. Diana y Nicola estaban en una de las mesas de fondo, un gran póster de Michael Jackson presidía la mesa ( con una cristalera llena de partes de canciones), las sillas tenían forma de guante.

-Mira la pequeña.- Diana y Nicola pusieron morritos de enfadada. ¿ Por qué había tardado tanto su amiga? Había salido antes de clase… Lo que no sabían es que Lara necesitaba acudir a un lugar especial para librarse de los pensamientos de todo y de todos ( aunque de alguien en especial no se había librado). - ¿ Te has perdido por el camino?
-Venga chicas, he tenido que hacer una cosa . ¿ Habéis pedido? Me muero de hambre. ¿Os hace una hamburguesa especial de huevo con un “megayeah” ( especialidad de la casa: patatas con forma de notas musicales rellenas de tomate)’?- morritos de nuevo.- ¿ Os invito al helado de fresas y nata triple?- sonrisas emocionadas, qué fácil era complacerlas.
-Te quiero de nuevo- por parte de Diana y un “I love you” dibujado en una servilleta por parte de Nico. Estas chicas…
Rieron, comieron, tonterías con las coca colas, fotos con Tito, canciones… desmadre. Adoraba ese bar. Los camareros cantaban cuando servían, algunos incluso se animaban a bailar, Lara se levantaba a menudo a cambiar la canción en el antiguo aparato de música, Nicola se subía en la barra a moverse como una modelo y Diana contaba sus fantásticas historias. La tarde arreglada, no tuvo ni que pagar el helado, cortesía de su amigo.
Las seis de la tarde, toques de Álvaro, no tenía ganas de contestarle. Sus amigas tenían que irse, no habían sacado nada en claro en las respuestas de Lara sobre el chico nuevo de clase, solo insultos incoherentes recados. Recibió dos invitaciones. Diana para ir compras y Nicola para ir a la peluquería. Las dos ofertas rechazadas. Necesitaba tranquilidad. Se despidió de Tito con un abrazo y se marchó.
Andaba por la calle con el helado que no se había terminado hacia su lugar preferido de la ciudad. Había llamado a su madre para decirla que tardaría un poco más. La gustaba la soledad, no en cantidades excesivas, nunca es bueno estar solo todos los minutos de tu vida pero tampoco lo es no estarlo nunca. Necesitas reflexionar, mirar tu interior sin más consejos que los que almacenas durante tu vida. Caminaba tan ensimismada en sus pensamientos que no vio venir a un joven con cascos que chocó contra ella haciéndola caer de espaldas. Lara aterrizó en el suelo limpiamente pero su mano no tuvo la misma suerte y se clavó una piedra que descansaba inoportunamente por el camino. Sangraba bastante pero tampoco había sido culpa del chico que la pedía disculpas e intentaba levantarla del suelo. Estaba un poco aturdida, de repente alguien gritaba al chico de los cascos y le agarraba del cuello. Llevaba una sudadera azul marino y unas converse del mismo color, solo alcanzaba a ver eso.
-¿ Puedes mirar por dónde caminas idiota? La próxima vez te tragas …- una voz familiar.
-¿ Samuel?
-Vete por donde has venido y que no te pille otra vez.- Será chulo, arrogante , asqueroso… Lara estaba indignada ¿ Qué se había pensado?
-¿ Pero estás tonto? Nos hemos tropezado los dos , no hacía falta que le asustaras así- Lara continuaba en el suelo, la cara encendida, el pelo revuelto y sujetándose la mano.
- Ignoraré tu falta de educación esta vez para socorrerte dama herida- ironía, sarcasmo, idiotez… pero encantador, increíblemente encantador. Se agachó a su lado, Lara mantenía su “ buen humor” y se lo demostraba con el ceño fruncido pero Samuel no prestaba atención a su cara. Le miraba la mano. Pensó durante un rato y después , como decidido, puso una mano en su espalda, la otra en las piernas y la levantó del suelo.
Lara se quedó petrificada. ¿Qué estaba sucediendo? Era solo la mano, se había tomado a pecho lo de la semana ¿ había estado leyendo Crepúsculo el imbécil?
-¿Quieres soltarme Samuel? Puedo caminar sola, ¿ sabes? No es nada, te lo agradezco, en serio, pero ya. – y se revolvía, lo que hacía que Samuel se divirtiera más y la agarrara más fuerte.
-No te voy a soltar nunca – lo dijo mirándola fijamente, otra vez, sus ojos la paralizaban, la enloquecían, la envenenaban con innombrables pensamientos… Aparta la mirada, no es tarde aún, pero no lo hacen se quedan así, mirándose fijamente. Serio pero intenso ¿o tal vez era broma?. Y de repente es Samuel el que la aparta, han llegado a su destino: la bicicleta. La sienta en la parte de atrás como si de una película se tratase y se sube delante, la coge las manos y se las mete en los bolsillos de la sudadera.
-Agárrate preciosa. – y Lara se deja llevar. No sabe por qué ni como ha llegado a este punto. Pero , si Samuel quiere jugar, ella jugará más todavía.
Llegan al puente de al lado del río. Samuel saca un botiquín de detrás de la bici y se lo lleva a Lara, que está sentada en la orilla, dibujando entretenida con piedras en la arena. –Me puedo curar yo sola Samuel, no soy una inútil- pero Samuel se aparta de ella.
-Claro, Lara. La próxima vez que te caigas me lo cuentas- y le sonríe irónico. Lara se enfurruña pero Samuel está otra vez demasiado cerca, sus manos tocan suavemente la herida.
-Ay, bruto, estate quieto con el agua oxigenada que duele
-Cobarde.
-Idiota.
Intercambio de insultos pero vuelta a empezar la conversación.
-¿Por qué me has traído aquí?
-Porque es bonito- respuesta tonta
-¿ Y porqué narices te has preocupado cuando me he caído?
-Porque soy amable- más tonta todavía.
-Samuel, responde. ¿ Porqué eres agradable cuando los dos sabemos que nos caemos fatal?
-Porque….- ¿ Le había hecho dudar?- ya te lo dije, me haces gracia.- la respuesta más tonta de todas.
-¿Te crees que soy un payaso?
-¿Tengo que responder a eso?
Resopla, una , dos, mil veces… se va a levantar enfadada pero Samuel la detiene, y la empuja de nuevo a la arena, tumbándola. Se acerca despacio, Lara no puede moverse.
-¿Tienes que enfadarte siempre?- y le sonríe – Hago todo esto porque quiero que lo reconozcas.
-¿Reconocer el qué?
-Qué estas loca por mí y que te mueres por besarme- y Samuel se acercó más deprisa.

Capitulo 4

23 de Septiembre, final de mañana.

Lara estaba… indescriptiblemente sorprendida. Ella, Al, el idiota de la bici... El idiota de la bici y Al amigos, no solo eso, mejores amigos. Bueno, no importaba, Álvaro se relacionaba con gente indiferente a ella, pero eso no les separaba, incluso les unía más.. Que se conocieran entre ellos era una casualidad, solo eso.

-¿Lara? ¿ Me has oído? Es Samuel…- ¿ Qué esperaba Al? ¿ Qué le diera dos besos? Como si no tuviera otra cosa que hacer.. Se limitó a mirarle de arriba abajo e ignorándole, le dijo a Al:
-¿Qué tal el día bobo? Vengo a verte y ni caso. ¿Sabes que profesora me ha tocado? Ni te imaginas…- Lara se dio cuenta de como, lentamente, el tal Samuel se retiraba haciéndole un gesto a su mejor amigo, ya era hora. Siguió su incansable conversación. Estaba muy a gusto con Álvaro, la entendía, la hacía bromas estúpidas de vez en cuando que ella adoraba. La mejor media hora gastada. Porque era él, el mejor amigo que tenía. Sus ojos, su risa, sus palabras… era increíble, tímido y extrovertido, alegre y desenfadado. ¿Le gustaba? No se lo podía plantear, existía una “ ley de amigos” entre ellos. Cada uno por su lado, cuando se juntaban, todo era emocionante, un aquí te pillo aquí te mato, sin importarles nada, bromas que se dedicaban, el típico ligoteo que no hace daño a nadie. O tal vez sí.
Álvaro la miraba con esos bonitos ojos azules, verdes, claros… Era guapa, muy guapa. Tenía unos ojos marrones pequeños y rasgados, una encantadora nariz chata. Ese pelo, castaño, que lo movía con esa gracia… Su cuello, su cuerpo, sus manos suaves… Sus labios, mataría por besarlos. Pero eran amigos, solo eso. Un mechón jugaba revoltoso, escapándose de la diadema, molestándola de vez en cuando… Le encantaba ese gesto que hacía con la cabeza y la forma en la que se reía, junto a ella un minuto se convertía en una hora. Movido por un impulso, intentó recogerle el pelo. Ella, sin darse cuenta, se apartó divertida.
-¿Ya me vas a callar? ¡Cierto!- miró su reloj. ¡Ay madre Al, que llego tarde y tú! Todo el mundo se ha ido,¡Qué cabeza! ¿Hablamos por chat vale? - Con un ligero saltó le besó cariñosamente en la mejilla y le revolvió el pelo. Lanzándole un gracioso guiño de ojos, se marchó. Dejándole ahí, como siempre, sin darse cuenta de nada.

Las dos horas siguientes pasaron rápidas, notitas entre las “ mellis”, gritos por parte del profesor, libros al suelo para disimular risitas… Una mañana normal, excepto la última hora. Historia. Una de las profesoras más ariscas que Lara había tenido, no valían las sonrisitas ni los asentimientos en clase. Las mellis procuraban estar calladas y serias, como si de verdad las importase la segunda guerra mundial o el estúpido zar.
Lara había estado las dos horas siguientes siendo indiferente a Samuel, que se había integrado muy bien en la clase, sobretodo con Nicola y Diana. “Imbécil lameculos” . Pero, como no podía ser menos, otra casualidad del destino llegó.

-Señorito Arranz, ya que no tiene usted libro colóquese con… veamos…- Era una de esas profesoras que adoraba la lista de clase, parecía una tercera mano. Incidencias, amonestaciones, deberes, negativos… el orden del desgraciado lo dictaba aquel listado- con la señorita Vega.- ¿ Qué? No, no, no… Inútil A, ¿Porqué tenía que ser el primero y ella la última?

Samuel desplazó con lentitud su silla, moviendo aquel increíble cuerpo y haciendo suspirar a las chicas de clase. Se sentó a su lado, con esa irónica ( hermosa) sonrisa en la cara. Lara no podía evitar mirarle, cada movimiento, se colocó muy cerca de ella, le oía respirar, olía su colonia, incluso podía ver de qué color tenía los ojos de verdad…dorados, como el oro. Increíbles.

-¿Tercera vez, linda?- Indiferencia. Indiferencia…. In… Bah, chorradas.
-¿Tú buscas pelea?
- ¿Contigo?- se acercó un poco más- Eres tan graciosa..
- Y tu tan capullo.- Lara no se contuvo y tal vez lo dijo en un tono demasiado alto para una clase en la que se oía solo la historia del tal Nicolas II y la voz ronca de la profesora.
-¿Señores? ¿Querrían continuar su discusión fuera?
-No, perdone, ya hemos acabado.- dijo Lara, parecía mentira, normalmente la llamaban la atención , pero no tanto. Era una de las mejores alumnas, se le permitía un respiro, pero con ésta profesora, mejor agachar la cabeza y volverse mudo.

Quince minutos, no aguantó más con la boca cerrada. Jugaban al perro y al gato, Lara se apartaba y él se acercaba, Lara colocaba su codo en la mesa, Samuel se lo empujaba para dejar paso al suyo. La mitad del libro luchaba sobre la mesa puesto que ambos lo colocaban en su frente.

-No seas maleducada , anda. Soy el nuevo, tienes que intentar caerme bien. Aunque no lo consigas… - Pero, ¿ Era así de tonto o había nacido así? Prepotente, asqueroso…pero interesante, muy interesante.
-Claro, mi señor, ordéneme, ¿qué desea?
-Quiero que seas así de educada siempre, ¿ lo ves? Y si no abrieras la boca, mejorarías un poco..
-Pero serás Gili….- Harta, no quería estar ni cerca de él. Arriesgarlo todo.
-Señorita Vega y Señor Arranz, vayan a tomar el aire que parecen ustedes alterados y vuelvan despejados mañana.- menos mal, al menos no tenía amonestación. Se levantó con la cabeza bien alta, echando una mirada a sus amigas que le hacían gestos de interrogación. ¿Cómo podía su amiga portarse así con el nuevo? ¿ Qué había pasado entre ellos?¿ Sería una excusa para estar a solas con él? No, tenía la cara colorada. La conocían, Lara era la persona más agradable , cariñosa, y fiel pero tenía un fuerte carácter y era sincera, mucho.
-¿Se puede saber de qué vas? –le gritó
-Sh, muñeca.. no te enfades que era broma.
- Idiota…
-Parece mentira, no paras de insultarme... Me haces tanta gracia cuando te enfadas, pareces interesante y no una estúpida niña caprichosa y pija que es lo que eres.- Lo decía con esa voz…Torta.- ¡Qué genio! Aunque te muestres así, te doy una semana.
-¿Una semana para qué cerdo majadero?- Samuel la acercó a él, una mano en la espalda, fuerte, la otra amarrándola el mentón para que no lo rechazara.
-Para enamorarte de mí, si es que no lo estás ya…- otra vez demasiado cerca, sus labios, su cuello, su corazón… -Lara le empujó y se fue, colorada, histérica ¿Quién era él para reírse de ella?

Samuel la miró y suspiró. Esa niña…le volvía loco. Pero no podía distraerse, Vega. Ese era el apellido que buscaba, coincidencia del destino. Se fue al encuentro de Álvaro.

Capitulo 3

23 de Septiembre, 8 menos veinte de la mañana.

Lara corre, un pasillo, otro, escaleras, te cruzas con profesores que te miran con severidad ¿ por ir corriendo o porque llegas tarde? ¿ A quién le importa? Estúpidos pasillos, estúpido instituto, estúpido reloj, malditos segundos… 1º Bachillerato A. Frena. Serenidad. Lara se atusa el flequillo, y se baja la camiseta que había dejado al descubierto parte de su ombligo. Abre la puerta, un segundo larguísimo y ahí está: Nieto , el profesor de filosofía. Lara cruzaba los dedos.

-“ Que no me eche, por favor, por favor”- pensaba.

-Señorita Vega, ¿ sería usted tan amable de dejar de distraerme la clase pasmada ahí? Siéntese, abra el libro y atienda.

Todo perfecto. Se dirigió a su sitio y sonrió, parece mentira, diez mil jóvenes y ella solo necesitaba a dos. Nicolla, que había intentado hacerla reir delante del profesor, continuaba con sus estúpidas muecas. Diana, en cambio, sostenía la mochila de Lara, mientras esta se sentaba. Cuando terminó, allí tenía el famoso “ carpesano”, forrado con fotos de las tres en graciosas poses de modelos. Lo usaban para comunicarse en las clases, lo dejaban en el suelo y se lo iban pasando. Cada una escribía con un color. Diana el rosa, Nicolla el fucsia y Lara el azul cielo.

N.¿ Cómo haces para ser le prefe del cara acelga? ¿ Te espera después de clase para “ estudiar” Muahahaha.
D.Ni caso a la mala pécora que tiene envidia. Eres su mejor alumna, no te iba a echar. Puedes estar satisfecha ? ¿ Has visto al nuevo? Está en secretaria….
N. Ese me le pido yo, asique ni echarle el ojo. ¿ Me habeis oído? E S M I O q lo vi antes
D. Nico cariño , no sufras pero me ha estado mirando en el pasillo. Pero tranquila, tendrá amigos…
N. Pu… ? Pero te quiero en el fondo
Más y mas palabras cariñosas, te quiero, tu mas, cariños…. Y se pasó la hora de filosofía como todas las demás. El tiempo para las tres chicas no es nada, como todo para ellas. Valentía frente a la vida, volver lo negro , blanco e incluso multicolor: verde, azul, morado… Ellas podían con todo y que nadie se atreviera a molestarlas. Siempre habían sido así y así serían. Llegó tercera hora, la única en la que estaban separadas. Cada una había escogido la asignatura que más le apasionaba. Eso era amistad, acomodarse a los gustos, a la persona, respetar el tiempo marcado para estar juntas y para disfrutar de la soledad. No anteponían nada a la felicidad individual, aunque ésta siempre estaba formada por las tres. Nicolla se dirigía al salón de dibujo técnico, Lara a la sala de literatura universal y Diana se quedaba para sus lecciones de psicología.

Lara se sentó al fondo, le encantaba la literatura pero la disfrutaba estando un poco apartada de la profesora Nelly, que siempre interrumpía sus pensamientos con preguntas. La profesora se retrasaba y Lara sacó el móvil al que no paraban de llegarle estúpidas notas de Nicolla y Diana. Miles de “ guapa”, “ te estoy observado”, “ me aburro”. Se puso los cascos de música y a disfrutar. I thinking of you…. Canción ideal, si señor, no paraba de pensar en él… Había sido un encuentro furtivo pero increíble. Sus ojos…. Su boca, su cuello… BASTA. Lara cambió la canción : I hate everything about you. Exactamente, esa era la mejor, se puso a tararearla. Cerró los ojos un instante apoyándose en los brazos. De repente , alguien la quitó los auriculares.

-¿Señorita Vega? ¿ No me oye? Estos aparatos… La clase empieza, siento interrumpirla.- La señorita Nelly era una profesora increíble pero no por ello menos exigente. La clase emitía sonrisas sordas, pero no se reían de ella, Lara les sacó la lengua graciosamente, y obtuvo de respuesta besos en el aire y alguna mueca divertida.

-Es de mala educación estar con los cascos en una clase… pero parece que ser mal educada es algo que llevas inscrito en tu persona.
¿Quién se había atrevido a hablarle así? Se giró enfadada, manteniendo en alto el puño, preparada para el ataque, cuando lo vió… ¿ Qué hacía él aquí? ¡Oh Dios! Como en una película mala, chico que aparece por primera vez en tu vida, chico nuevo del instituto. Se quedó mirándole, desarmada de nuevo. Estaba tumbado prácticamente en la silla, con el pelo largo revuelto, y la chaqueta desabrochada dejando ver una camiseta de superman ajustada. Se giró, se recompuso y volvió la cara para hacerle frente.
-¿ No te han dicho que no se pueden interrumpir conversaciones privadas idiota?

-Tranquila mujer… la mala suerte existe, y el destino ha jugado para que esta sea nuestra segunda vez. ¿ No lo querías? Pues aquí lo tienes , linda.

El linda sonó sarcástico, pero era perfecto. Todas las chicas se giraban y reían nerviosas pero los novios lo estaban más todavía. Lara le sacó el dedo corazón y se giró enfadada, sin creerse la mala suerte que tenía. La profesora comenzó la clase, ignorando cualquier tipo de movimiento y exigiendo seriedad. Hablaban sobre Bécquer. Lara lo adoraba, leía una y otra vez sus rimas pero la pregunta de la profesora la dejó sorprendida.

-¿ Qué se puede depositar en la tumba en la que descansan los dos hermanos, señorita Vega?

No tenía ningún tipo de conocimiento acerca de ello, no sabía ni en que parte habían sido enterrados.

-Cartas- contestó una voz sin darle tiempo a reaccionar.

-Si señor Arranz, continúe- y apareció un brillo en su mirada.
-Todo el mundo pero, sobretodo, personas jóvenes depositan cada año miles de cartas en el monumento funerario, pidiendo amor, cariño, pena, resignación por la muerte… Dicen sentir los versos de Bécquer que más se corresponden con su sentimiento, trasmitiéndoles estos ayuda.
-Correcto señor Arranz, me ha dejado usted sorprendida. Y…. Bienvenido a Dulce niña de Jesus, le acogemos con ferviente entusiasmo.
-Gracias, señorita. – Lara oyó un “ novata” dirgido exclusivamente a sus oídos.

“ Será idiota”- pensó. La clase acabó, el señorito “ Arranz” la interrumpió cinco veces, teniendo en todas él la razón. La clase no podía ser peor, bueno, se equivocaba, si podía serlo.Cuando se dispuso a coger la mochila , ésta , que estaba abierta derramó todo su contenido. Se agachó a recogerlo, y para no desentonar y quitarse el adjetivo que le caracterizaba, el señorito Arranz la ayudó. Estaban muy cerca. El corazón de Lara latía insistente, sus manos estaban a dos milésimas de rozarse, ella temblaba, él la miraba con aquella sonrisa. Se acababan de conocer, no podía ser verdad… como en una película, pero, basta, esto es la vida real. Lara terminó de recoger y se levantó, mareada por los segundos vividos.

-De nada ¿ Eh?- Se acercó a ella,despacio, como si el tiempo realmente no importara, ni las veinte caras, ni el temblor de Lara y en una voz cortante dijo- Maleducada siempre ¿ no?

Y se marchó, dejando a Lara confundida y sintiéndose estúpida. Nunca más le haría eso, nunca más. La próxima vez se enteraría. Su orgullo valía más que todas las palabras del mundo. Recogió su mochila y se marchó al recreo para encontrarse con Nicolla y Diana.
Pero de repente se acordó. Notita para ambras: Caris, no comáis muchas patatas que os engorda el culo, voy a ver a Al, dos min y vuelvo, no me echeis mucho de menos . Os adoro

Instituto de al lado, en la puerta.

-¡Al! – Estaba hablando con otro chico tranquilamente. No le reconoció pero sería alguien de otra clase. Corrió y le abrazo, como le gustaba darle esas sorpresas. El la correspondió ilusionado. Realmente era un chico dulce, cariñoso, una de las personas más importantes en su vida, gracioso, simpático… genial, era genial. Y se sentía tan cómoda a su lado, como si él pudiera darle algo que a ella le faltaba. Increíble. Se apartó un poco y mientras se daba la vuelta le dijo riendo:

-¿Qué pasa no me presentas a tu am….? – Congelada, completamente congelada.- ¿ Qué haces tu aquí?

-¿ Os conocéis ya? Este es mi mejor amigo, Samuel.

Y la historia realmente comenzó aquí. Porque, amigos, el destino no es más que eso, la historia de nuestra realidad pasada, presente, y futura.