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jueves, 5 de mayo de 2011

Capitulo 7

24 de Septiembre: Las apariencias engañan, y los engaños enamoran

Lara continuaba golpeando la espalda de Samuel. Samuel sonreía divertido, pícaro, dueño del momento. Llegaron a su destino, se paró de golpe y la bajó. Una vez en el suelo la intentó colocar la chaqueta que había quedado descolocada recibiendo un manotazo, y recogiendo la mano que había esquivado segundos antes, la entregó un casco sin soltarla. Una Harley negra descansaba entre dos coches que parecían basura a su lado. Brillaba de una forma especial. Era increíble.

-¿ Te lo pones o te lo pongo?
-Te he dicho que no voy a ir a ningún sitio contigo- y se cruzó de brazos, con aquella cara seria y esa expresión de enfadada. Estaba muy guapa, los ojos le brillaban , la cara enmarcada en… ¿Pero qué estaba pensando?

Samuel la miró a los ojos y muy seriamente (también sabía ser serio) la dijo.

-Dame una oportunidad.- Lara seguía formal y añadió- por favor, te recompensaré lo de ayer.- Lara relajó las facciones de su cara, estaba preparada para cualquier contraataque menos para ese. ¿Qué hacía? Era inesperado, se había puesto muy serio. Pero ella no se había escapado nunca de clase y esa era la primera vez. Sin embargo, eso era lo que menos la preocupaba. No se había montado nunca en moto. Si la vieran sus padres pasaría algo grave. Pero sin miedo , siendo atrevida por una vez , cogió el casco que le tendía Samuel y le avisó.
-No quiero arrepentirme.
-No lo harás, tranquila.
Y se subieron los dos en la moto de Samuel. Ella no sabía muy bien por que lo había hecho, él lo sabía perfectamente. Agarró las pequeñas manos de Lara y las colocó en su pecho, abrazándolo por completo. En un primer momento, Lara intentó apartárlas, colocárlas en su espalda, o agarrarse en otro lado. Pero la velocidad a la que iba Samuel la impedía hacer nada, por lo menos no la vería nadie. Cuando paraban en los semáforos, Samuel agarraba las manos de Lara o acariciaba sus rodillas, incluso pegaba golpecitos en su casco, haciéndola rabiar. Parecían dos enamorados compartiendo un momento único, aunque, pensándolo bien… ¿ Quién decía que solo lo parecieran?
Lara se dejaba llevar, pensando en lo extraño del momento. Era solo el segundo día y creía conocer a Samuel de toda la vida aunque en realidad, no sabía nada. Samuel estaba disfrutando, se había olvidado por completo de lo que debía hacer… ¿ O lo sabía perfectamente? Daba igual, continuaron presas del viento en la moto brillante que alcanzaba al destino aunque este no se hubiera presentado todavía.

Llegaron a un lugar apartado del centro de la ciudad, estaba lleno de niños y profesores, era un sitio de excursión. Samuel aparcó y ayudó a bajar a Lara, que miró sorprendida su alrededor. Era un parque natural o algo parecido. Los niños estaban sentados en corros jugando a nada y todo. Había fuentes y casas de madera de las que salían los monitores.

-¡Es Samu!- gritó una pequeña niña , que se levantó del pequeño grupo en el que estaba para alcanzarle y tirarse a sus brazos. Lara se apartó un poco , sorprendida, la pequeña tenía quemaduras en los brazos y en la cara.
- ¡ Claudia bella! ¿ Te presento a mi amiga? Se llama Lara y se cree que soy un chico malo, ¿ puedes decirla que soy todo lo contrario?
La pequeña se abrazó a las piernas de Lara y comenzó a moverse.
-¡Lara! ¡Qué guapa eres! ¿ Eres la novia de Samu?
Lara se agachó, cariñosa y cercana y la dio un beso en la mejilla teniendo mucho cuidado, poniéndose a su altura, la dijo:
-Tu si que eres guapa, mira que ojos más bonitos. No soy la novia de Samu , en realidad, le acabo de conocer. ¿ Dices que es bueno?
-Es el mejor chico, cuando crezca, será mi marido
Lara y Samuel se rieron, Claudia dio un abrazo a Lara y un beso a Samuel y volvió a su grupo. Samuel se giró hacia Lara y vio en su mirada la compasión que había estado ocultando a la pequeña. Era realmente una chica especial, no se apartó como pensaba que iba a hacer.

-Se que no me vas a preguntar por respeto pero esto es un centro de ayuda infantil para niños con problemas familiares. El padre de Claudia llegaba borracho todos los días y apagaba los cigarrillos en la cara de la pequeña. A los cuatro años la trajeron aquí y parece que vuelve a ser una niña normal, aunque las cicatrices llenen su cuerpo.
-¿Trabajas aquí?
-No , no trabajo por dinero. Vengo cada día desde joven para ayudarles. Me parece increíble la labor que hacen. ¿Ves a ese pequeño? – Señaló a un chico que jugaba al balón- Sus padres no le llevaron al colegio, vino aquí con seis años y no sabía ni hablar en condiciones. Se han encargado de enseñarle todo lo que sabe para que pueda reincorporarse a la sociedad. No dejan de ser niños. ¿ Me entiendes?
-Es….- Lara miró con sinceridad a Samuel, tenía los ojos vidriosos, afectada por las historias que Samuel le había contado- un detalle precioso.
Se miraron por primera vez en los dos días de aquella forma. Dueños uno de otro. Sintiendo el momento, Samuel fue de nuevo el que apartó la vista de aquella intensa mirada. La cogió de la mano y atravesando el patio lleno de niños, dejando atrás el sonido de sus risas y el choque de sus palmas, se metieron en el bosque.
-¿Dónde me llevas? – Lara sonreía , aquella faceta de Samuel le enternecía. Era la primera persona con la que se había confundido, las apariencias engañan, nunca había creído en aquel dicho y podía ser cierto.
Samuel se paró de seco, interrumpiendo sus pensamientos.
-¿Qué pasa?
-Tápate los ojos
-¿Siempre me tienes que ordenar que haga las cosas?
-¿Te puedes tapar los ojos por favor?- Lara asintió, de nuevo aquella faceta, dulce, sencillo....
Samuel se acercó por detrás cuando ella tenía las manos en los ojos. La contempló unos instantes, dejando que el viento acariciara su pelo y revolviera sus pestañas. A veces las casualidades eran dolorosas pero no tenía que pensar más, a lo hecho pecho, la oportunidad era aquella, lo que había planeado, llegaba a su final.
La condujo hacia aquel lugar, la mano de Lara abrazaba su pecho, sintiéndole muy cerca. De repente, Lara se encontró sola, no sabía si destaparse los ojos, no quería destrozarle la sorpresa.
-¿Samu…?- y oyó el sonido del agua, y unas gotitas cayeron en su cara. Corriendo se destapó los ojos, era un espectáculo digno de ver. Ante ella se habría una especie de lago con agua cristalina, millones de diamantes la daban la bienvenida, los árboles reflejaban la belleza del paisaje creado, las rocas en el fondo formaban dibujos, las nubes dibujaban historias en la superficie…pero Samuel no estaba.

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